51. MIS PROPIOS MOLINOS DE VIENTO Rosa Gómez
El sueño se resiste, siento que la cabeza me bulle alrededor de un tema. Pienso en una historia inconclusa y sin sentido que pretende salir a la luz.
Mi marido, harto de movimientos de sábanas y paseos al baño, protesta: «ya está bien, ¿te puedes estar quietecita?».
También yo estoy harta, pero: ”o vomito, o vomito”. Salgo de la cama y me siento en la oscuridad. Escribo de un tirón, con puntos y comas.
Las exigencias se amontonan: tengo que entregar seis microrrelatos en una semana. Puede que lo consiga, Solo es cuestión de darle vueltas. De ahí el insomnio.Ya tengo algunos casi cerrados. En este, se me resiste el final.
Mientras escribo, mis dedos son lanzas que arremeten contra los molinos de una extenuada imaginación. En un último impulso creativo, sobreviene ese final: «en un lugar de la mente, de cuyas ideas no puedo acordarme…».
Todos tenemos que enfrentarnos a nuestros propios gigantes en muchos ámbitos de la vida, superar un reto tras otro. En la escritura se sufre, se lucha contra uno mismo (el peor de los gigantes), aparece el temor cierto a la.página en blanco, pero por todo ello, cuando se supera, la satisfacción es mayor.
Un abrazo y suerte, Rosa
Qué razón tienes, Angel. Se sufre y se disfruta a un tiempo. Resista casi adictivo.
Gracias por ser tan fiel a todos.
Jajaja, originales molinos de viento, Rosa. Espero que concluyas los diversos lances con éxito.
Un abrazo.
Anda mi respuesta a tu comentario esta detrás de Edita. Me he liado.
Una historia que no puede venir más a cuento porque, en mayor o menor medida, seguramente la hemos vivido todos en alguna ocasión. La guinda, al final, claro.
No han sido seis, pero cinco si. Y os juro que fue así. De vez en cuando me llevo el micro a la cama y compite con mi sueño.
El que diga que escribirlos es fácil es porque es un genio, y solo cabe arrodillarse ante él. O alguien que no conoce a fondo cómo se crea.
A veces sale un “adefesio”, otras uno normalito. Y las menos, una joyita.
El caso es seguir!
Gracias Ana. Un pequeño tormento del que hay que salir como sea.
Edita, cuando lo escribía pensaba precisamente en eso. Que les suele pasar a mucha gente. Mal de muchos, consuelo de tontos!
Al final me llevó la desesperación. Tal como lo cuento, las ideas me patinaban y alumbre salir por ahí.
Gracias Edita, y compañeros de fatigitas.
Cómo no sentirse identificada con la esencia de tu relato… Es lo que tiene esta afición de inventar pequeñas historias. En mi caso los gigantes son menos porque no me enfrento a tantos microrrelatos a un tiempo, no soy capaz. Me ha gustado tu relato por lo divertido y lo bien que responde a las «quijoterías» que nos plantea esta ocasión. El último párrafo es genial. Abrazo y suerte, Rosa.
Juana, no me veré en otra, una y no más Santo Tomas!
Ya estoy más tranquila, hasta nueva orden.
Gracias Juana, compartir experiencias a través de los relatos es casi una terapia de autoayuda.
No han sido seis, pero cinco si. Y os juro que fue así. De vez en cuando me llevo el micro a la cama y compite con mi sueño.
El que diga que escribirlos es fácil es porque es un genio, y solo cabe arrodillarse ante él. O alguien que no conoce a fondo cómo se crea.
A veces sale un “adefesio”, otras uno normalito. Y las menos, una joyita.
El caso es seguir!
Gracias Ana. Un pequeño tormento del que hay que salir como sea.
Jajajaja. Me ha gustado mucha esta ¿autoficción?. La escritora y su imaginación en busca de microrrelatos con esa final tan tan Quijotesco.
Un abrazo, Rosa
Siiii! Un relatillo muy personal. Le he dado vueltas a muchas quijoterías y he desechado unas pocas. Hasta que tuve esta experiencia. No era la primera vez que me pasaba, pero la desesperación de finiquitar el micro me llevó a esto.
Cuando nos centramos mucho en algo nos volmemos obsesivos, y pasan estas cosas.
Gracias por comentar.