Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

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62. Expurgo

Mucho tiempo después, me encontré a aquel hombre hurgando en un contenedor. Lo conocí hace años, creo recordar que coincidíamos en la puerta del colegio y que su hijo y el mío iban a la misma clase, o quizá fue en el supermercado o en el parque. Da igual, lo importante aquí es su aspecto descuidado: calzaba unas zapatillas de cuadros de andar por casa, unos pantalones de traje ajados y un jersey oscuro que parecería siempre el mismo, si no fuera porque el roto estaba ora en la manga, ora en la espalda. Llevaba permanentemente entre las manos una novela amarillenta de Marcial Lafuente y mostraba una habilidad asombrosa para caminar, leer, a través de sus anticuadas gafas de culo de vaso, y esquivar las farolas al mismo tiempo. Nunca lo vi tropezar ni apartar la vista de su libro y, claro está, nunca respondió a ningún saludo.

Me había olvidado de él, hasta aquella mañana en que lo vi con un sombrero vaquero, su placa de sheriff, prendida en el viejo suéter, y un revólver de juguete en la mano derecha. Buscaba en la basura quejándose de que María le había tirado su biblioteca.

3 Responses

  1. Blanca Oteiza

    Almudena, me gusta tu relato. De lectura amena, con una descripción que he llegado a ver al individuo caminando por la calle leyendo y esquivando las farolas.
    Mucha suerte y un saludo.

  2. Ángel Saiz Mora

    Que la lectura no falte nunca, a la vista está, en tu personaje, que es la única pasión e ilusión que le queda, aparte de intentar hacer justicia a su manera, de arreglar un poco el mundo, aunque sea con una pistola de juguete.
    Un relato simpático, en el espíritu quijotesco.
    Un abrazo y suerte, Almudena

  3. Es como la versión actualizada del Quijote, adecuada a los tiempos de libros low cost, un quijote de andar por casa. Cambia la indumentaria y el tema de la lectura, pero los efectos son los mismos. Historia bien armada. Desgarradora la última escena.

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