71. Regreso al futuro
Debí sospechar de aquella venta cuyo nombre estaba escrito en la parla de los herejes. Mi nieta sugirió que dejase la lanza en la puerta para no incomodar a los clientes. En vez de vino trajeron un brebaje negro que hacía cosquillas en la garganta y provocaba regüeldos. No tenían duelos y quebrantos ni salpicón. Me sirvieron un picadillo de carne envuelto en un panecillo. En el reflejo de la ventana vi una triste figura con la barba manchada de una infame salsa roja. Había vencido al tiempo en buena lid para acabar en una época llena de malandrines y entuertos que deshacer, la caballería andante era más necesaria que nunca. Entonces vi a un bufón con la cara pintada que atendía al nombre de Ronald McDonald. Me abrazó para hacerse una foto con una familiaridad impropia de la buena crianza. No lo pude sufrir y le repasé las posaderas con el plano de mi espada, mientras los clientes nos jaleaban como si estuvieran en un corral de comedias. Esta vez los mangas verdes fueron puntuales. Me prendieron sin consideración a mi rango y edad.
-Vuesas mercedes no saben con quién están hablando – les dije. Y no, no lo sabían.
El.hidalgo manchego no entendería nuestro mundo, y eso que solo ha conocido una hamburguesería. Con todo, lo más triste es su afirmación final, tan triste como cierta: estamos en lo que algunos llaman sociedad de la información, bombardeados de datos, pero es cierto que muchos, aún, realmente no le conocen.
Un abrazo y suerte, Lucas
Muy divertida está situación del pobre Quijote fuera de su tiempo, y muy bueno ese punto final un tanto descorazonador.
Enhorabuena, Lucas, un gran micro.
Ay, pobre Quijote, tener que vérselas con esos malandrines y con ese bufón. Me ha encantado.
Un abrazo y suerte.