61. SALIRSE DE LA RAYA (Belén Sáenz)
Con decisión, pese al temblor de los dedos, extrajo el lapicero de la caja. Setenta y seis colores, recién comprada. Ni siquiera de niña le habían gustado los tonos pastel; sí los verdes tiernos o los vibrantes azules. Especialmente aquel, que no era pardo ni granate ni morado, pero que era todos juntos. El cuadernillo de caligrafía sí era viejo, aún virgen. Lo había encontrado en un montón desordenado en un mercadillo, entre revistas sicalípticas.
Se había sentado frente a la ventana, cubiertas las piernas por los faldones de la mesa camilla. En la primera página se trataba de enlazar la eme con la a… Además de las letras, había que unir líneas de puntos para revelar las ilustraciones: mamá… mariposa…
Con el primer rayajo de ensayo, sorprendida, cruzó la hoja de lado a lado. Y después emborronó, tachó, trazó garabatos desquiciados hasta rasgar el papel. Saltaba de una a otra tarea al dictado de vaya usted a saber qué hormonas. Una vez que decidió que había aprobado su asignatura pendiente, la anciana maestra dibujó una polla en la portada y lamentó todos y cada uno de los palmetazos en los nudillos que había propinado a sus alumnos.
Salirse de la raya puede ser a veces, más que una necesidad, el resultado de una suma de circunstancias que lo hacen irremediable, de una insurrección vital en la que no queda más opción que rendirse ante todos esos impulsos, deseos y demás inquietudes que estuvieron reprimidas desde la infancia. Lamentar y rebelarse tan tarde puede servir para recuperar una asignatura, pero no para rectificar los errores ni llenar los vacíos de toda una vida… Y así seguiría escribiéndote mucho más, Belén, aunque esté equivocado en mis apreciaciones, porque tu relato mueve a plantearse un sinfín de cosas trascendentes. Es por otro lado tan rico en matices, símbolos y mensajes escondidos que te lleva a releer cada frase para intentar desvelar tus intenciones. Sin olvidar ese sutil manejo de la sicalipsis (un concepto tan presente en el cuplé y cuyo nombre desconocía) desde el principio hasta el fin. Total, que me ha encantado tu relato y que espero verlo en el libro. Enhorabuena, maestra, y un abrazo.
Ella, tan correcta siempre, una vida entera, educadora de las de «la letra con sangre entra», de las que no perdonan ni un desliz, ni media travesura, un sacar los pies del tiesto propio de los pocos años, necesitaba experimentar qué se sentía al estar al otro lado.
Lo sabemos, pero se nos olvida, que la percepción de las cosas depende de la perspectiva desde la que se miran, de ahí su arrepentimiento, un resquemor que, si pudiera dar marcha atrás al reloj, le hubiera hecho actuar de otra manera, o al menos, no habría sido tan estricta. Más vale tarde que nunca, dicen, pero a veces es tarde de verdad, cuando se ha necesitado una vida entera para aprender un poco de mano izquierda.
Un abrazo y suerte, Belén
Vaya pasada de historia, Belén. Que empieza tan suave que no crees que vayas a encontrar ninguna incorrección, pero que de repente empieza a «salirse de la raya», para acabar desvelando cuál es la terrible incorrección de su vida.
Un abrazo y suerte.