25. Casualidades
En la sala de espera, el doctor Fleming aguardaba impaciente sin que nadie le reconociera, algo insólito desde que le concedieron el Nobel. Emilio Rodrigué, uno de los pocos psicoanalistas argentinos en la ciudad de Londres, salió a recibirle y le condujo al diván.
Lo encontró más alicaído que nunca. Su voz rezumaba pesadumbre y el cuadro depresivo se había acentuado. El insigne científico no asumía que su trascendental descubrimiento se hubiera producido por pura casualidad, una placa Petri mal lavada que se quedó fuera de su lugar.
El terapeuta se sentía incapaz de ayudarle y valoraba derivarlo a otro colega, pero cuando se despedían al acercarle su abrigo una carta cayó al suelo, escrita en castellano.
Con un gesto, el paciente le invitó a traducirla y Rodrigué abrió el sobre remitido por la asociación de toreros de España. Querían agradecerle su labor y daban cuenta del inicio de una suscripción popular para un monumento en las Ventas. El doctor nada amigo del bullfighting esbozó una sonrisa, por primera vez en mucho tiempo.


Una casualidad llevó a Fleming a uno de los descubrimientos más importantes de la medicina. Otra, justo cuando empezaba a flaquear sobre la importancia del hecho y de su propio mérito, le hizo darse cuenta de que, azar o no, él estaba en el momento oportuno en el lugar preciso, y la humanidad entera, y el gremio de los toreros en especial, le están agradecidos por haber plantado cara a la muerte en forma de infecciones.
Un relato muy simpático a partir de un hecho histórico, con un final que bien pudiera ser cierto. No es casualidad que esta buena historia haya salido de tu pluma.
Un abrazo y suerte, Jero.
muchas gracias Angel! siempre tan amable y cariñoso con tus sabios comentarios. Una historia de un médico y un psicoanalista con un homenaje inesperado. Un fuerte abrazo!
¡Qué relato más ingenioso! Buena suerte.
Muchas gracias por tu comentario Izaskun! Una mezcla un poco heterogénea. Me alegro que te haya gustado. Mucha suerte
“Sorpresas te da la vida”, decía la canción. Al final, lo que el psicoanalista no consigue lo va a solucionar una carta de agradecimiento de quien menos se espera. Curioso planteamiento.
Muchas gracias por tu comentario Edita! Una pequeña sorpresa llegada de muy lejos. Un abrazo y muchas suerte
Qué curioso este Fleming, que se deprime por una casualidad que le ha hecho pasar a la historia, y se alegra por el homenaje taurino a pesar de no ser él aficionado. Un personaje lleno de contradicciones, como la vida misma.
Un abrazo y suerte.
Muchas gracias Rosalía! Me alegra que esta perspectiva de los años de Fleming posteriores a su descubrimiento te haya parecido original. Un abrazo y mucha suerte