89. La fabulosa fábula de los amantes entregados
Ronroneamos y lamemos el pelaje del otro con cariño. Tigre, yo. Pantera, ella. Vacíos por lo entregado. Henchidos por lo recibido. El sopor nos mece, saciados, complacidos y aún complacientes mientras apuramos el amor que compartimos. Y así nos entregamos al sueño con la tranquilidad que nos da la confianza. En mitad de la madrugada me desvelo y desvelado queda lo que tardo en entender unos segundos. Me quedo helado. La belleza felina que dormía a mi lado ahora está agazapada detrás de mi mesilla. Sin perder la elegancia, la sigilosa pantera escruta mi móvil. Yo: rugido interrogante. Ella: mirada mordiente. Depredadores enfrentados, a cuál más presa. Una certeza me sacude ferozmente el hocico: Podemos olvidarnos de las perdices para el desayuno.
¡Guau! ¡Qué bueno! Muy bien llevado el hilo del relato, que podía perfectamente estar situado en el reino animal, hasta la decisiva frase del móvil, que lo encuadra en un ambiente muy distinto. Redonda la frase final y muy buenos los juegos de palabras.
Vaya un abrazo con mis felicitaciones, Carlos.
Ay, cuando la desconfianza entra por la puerta el amor santa por la ventana, y ya no hay finales felices ni perdices para comer.
Un gusto leer un micro tan currado.
Un abrazo y suerte.
No sabemos si habrá descubierto o no, en el móvil, alguna infidelidad oculta, pero el solo hecho de sospechar e investigar ya revela que algo se ha quebrado en la entrega total de esa pareja, que va a hacer que cambien de menú como conclusión, en una última comparación que pone un buen broche a las anteriores, contando sin contar.
Un saludo y suerte, Carlos