38. EN NEGRO
Compramos el piso en esa época en la que se entregaba un sobre al vendedor en cuanto el notario salía del despacho. Era de nueva construcción, pequeño pero luminoso y tenía armarios empotrados. Fue en el altillo de uno de ellos donde encontramos una versión pequeña y rectangular de la cueva de Alí-Babá. Nos embargó un júbilo que, sin embargo, desestabilizó nuestras conciencias. ¿Ese tesoro sería nuestro? Estaba en nuestra casa así que decidimos que sí, que lo era. Además, ninguno de esos billetes había sido destinado a construir un colegio ni costear un quirófano, así que la policía no investigaría algo que nadie iba a denunciar. Pasaron un par de meses cuando llamaron a la puerta; era el promotor. ¿No habrán visto por casualidad una caja de zapatos? Es un regalo para mi esposa y no lo encuentro, puede que lo dejara aquí. Recibió nuestra negación con un leve movimiento de cabeza y unas palabras, quizás de amenaza, que no llegó a formular. Al salir se quedó mirando la cocina. Han cambiado los muebles ¿eh? son buenos ¿Quién se los ha puesto? La serendipia, me atreví a contestar. No la conozco, pero veo que han tenido suerte.
 
 
						
						

El dinero en efectivo, además de estar progresivamente en desuso, últimamente hasta resulta sospechoso, cercano a la ilegalidad. Tus protagonistas se encontraron un tesoro que no están dispuestos a devolver. Todo apunta a que, por su origen ilícito, ese promotor va a tener que aguntarse sin reclamar si no quieren devolvérselo.
Un abrazo, Paloma. Suerte.
Pues me da que el promotor tendrá que pensar en otro regalo” para su esposa… Buena serendipia para esta pareja y buen relato, Paloma. Qué bueno leerte de nuevo. Mucha suerte.