AMOR EN JUEGO (IsidrøMorenø)
El largo periodo sin enfrentamientos entre ambos bandos, había desencadenado unas relaciones muy estrechas en el angosto espacio reservado al descanso. Allí todos permanecían en pacífica convivencia, mezclados sin considerar raza, sexo, condición social o religión.
Una hermosa dama con tez de ébano compartía rincón y lecho con el apuesto rey adversario, convirtiendo su relación de odio enemigo en ciega pasión.
Cuando al fin ambos ejércitos ocuparon el tablero para enfrentarse en nueva batalla, la enamorada dama de color, sin pensar en la traición, con un ingenioso y fingido despiste, eludió dar jaque mate a su amante secreto, el monarca blanco.
Un celoso y despechado alfil negro –testigo de la jugada–, para abortar la fuga de los monarcas, se comió el caballo blanco, los delató y, mientras pedía la recompensa, fue devorado por un peón. ¡Que se joda! –dijo la torre.
Hoy, en el jardín de la ruinosa casa abandonada, he visto aquel ajedrez con las fichas ajadas e inertes sobre un descolorido tablero, abandonado a la intemperie.
Desde aquella batalla, el rey blanco, desanimado y melancólico, no volvió a saltar al tablero. La reina negra había sido decapitada y nadie ha encontrado aún su hermosa cabeza de ébano.

