15. AMORES PERROS (Fernando da Casa)
Salía de una relación que solo me dejó arena en el corazón. El güisqui y el humo que enrarecía el aire de mi habitación en aquel hotel de La Habana me hacían compañía, suficiente para un alma solitaria como yo. Rechacé varias veces el ofrecimiento de un daiquiri con perfume de mulata, bailado al son de caderas de vértigo. No estaba yo para multitudes.
Pero aquella tarde de tormenta tropical, con los cocoteros balanceándose al ritmo de las olas que rompían su virginidad en el Malecón, mi corazón volvió a latir. Bum-bum, bombeó sangre con tal fuerza que la cabeza se me puso a reventar, las venas de los brazos saltaban de alegría, y un dulce danzón cubano alegró mi pantalón. La vi desde la ventana, disfrutando de la lluvia, empapada, desnuda, bebiendo de los charcos y saltando cual danzarina orisha en busca de un conjuro de fertilidad.
Un instante de racionalidad enfrió mi pasión. Cerré la ventana, me miré al espejo y me serví otro güisqui. Debía alejar ese tipo de pensamientos. Pero no pude evitar volver a mirarla. Cuando me asomé de nuevo, aquella graciosa caniche estaba siendo montada por un pastor alemán. Menos mal.
Fernando, me trasladaste en Cuba. Las descripciones son muy buenas y lo cuentas con mucha maestria ,pero el final, el final, es la caña ,amigo, ja, ja, ja , desde luego para mi te has triunfado. Un abrazo, Sotirios.
Amigo Sotirios, me alegro que haya conseguido trasladarte tan cerca de la tierra de tu mujer. A mí me fascina esa zona del planeta. Gracias por comentar. Un abrazo, campeón.
El micro es trabajado y el giro final tronchante. Es un excelente micro en cuanto ambientación, léxico, gracia, tono humorístico adecuado. «un danzón cubano alegró mi pantalón», me encanta. Enhorabuena
Gracias, David, por tus elogios. El danzón es un ritmo algo anticuado, hoy en día alegran más otros tipos de sones y músicas que inundan la vida de la isla, pero es que yo soy muy antiguo… Hasta para alegrarme el pantalón. Un abrazo.
Pues me reafirmo en los dos comentarios anteriores. Algo he ido sospechando hacia el final pero ya era demasiado tarde. Te has quedado conmigo XD. Mucha suerte 🙂
¡Vaya, que me he quedado contigo! Bueno, quizás mejor contigo que con la caniche, ¿no? Bromas aparte, me alegra mucho que pases por aquí y que comentes. Un abrazo y muchas gracias.
Fernando, coincido con los comentarios; el final es la bomba. Suerte y saludos
¡Booomba! Sen-sual, un movimiento muy sexy… No, esa canción no me gusta, aunque muchas gracias por tus apreciaciones, Calamanda. Yo opino como en una campaña que leí hace poco que triunfó en Twitter, con ocasión de una polémica con una deportista libanesa que mostró sus pechos en público, lo que originó una serie de protestas por parte de la comunidad religiosa más visceral: «Boobs, no bombs».
Un fuerte abrazo.
Divertido, ingenioso y muy bien ambientado con esas imágenes potentes de güisqui y tormentas tropicales. No me esperaba esa atracción inconfesable por los caniches. Me ha encantado.
Muchas gracias, Paloma, cualquier elogio que venga de una Maestra como tú puntúa doble… Fíjate tú, que a mí los caniches tampoco me iban, pero después de unos güisquis todo es posible… Menos mal que ahora soy abstemio.
Aunque el título lo diga todo, no deja de sorprender el final. Realmente bueno. nuria
Muchas gracias, Nuria. A veces, los títulos ayudan y otras veces, despistan. En este caso, me inspiré en una película de cine mexicana, aunque el resultado no tenga nada que ver. O sea, que no sé si el título ayuda o despista. Me tomaré un güisqui para ver si me aclaro. O dos.
Ese hombre con «arena en el corazón», sin ganas de «daiquiri con perfume de mulata», pero con una curiosa pasión canina. Unas descripciones muy visuales y cálidas. El final, curioso y chispeante, acorde con el apropiado título. Muy buen relato. Un saludo.
Muchas gracias por tus apreciaciones, Ángel siempre es un placer recibir comentarios tan gratificantes. Un abrazo y suerte con tus «Seis segundos», magnífico relato allá donde los haya.
Un final para mi inimaginable. Sorprendente. Pero para gusto se hicieron las pasiones.
La imaginación está para eso, para imaginar… Y por ahí dice que la realidad siempre supera a la ficción… Te reconozco que a mí me pasó como a ti cuando vi por primera vez una película italiana llamada «Padre Padrone», donde los niños del pueblo se «iniciaban» con gallinas. Ver tanto cine me debe haber deformado el gusto, no sé.
Muchas gracias por pasarte y comentar. Un abrazo.
Fernando, la racionalidad le salvó, ya que jugarse los cuartos con un pastor alemán hasta las trancas de testosterona no es aconsejable. Muy original y divertido. Abrazos.
No había caído en eso, Salvador, tienes razón… ¿Qué habría pasado si el rival que se le adelantó hubiera sido, digamos, un pequeñajo tipo Chihuahua? Uy, mejor no pensarlo. Abrazos, amigo.
Es cierto, Fernando, nos llevas a la habitación del hotel con su clima de humo y alcohol para luego dar el giro. Muy bueno.
Un abrazo
Muchas gracias, maestro Alejandro. Ya ves, este mes me he pasado de rosca con un relato zoófilo y tú te empeñas en meter miedo. Porque, por muchos conejos que haya, a mí lo tuyo me ha dao miedo…
Amores perros y nunca mejor dicho, o no tan perros porque ese «menos mal» que dejas así colgando no se yo.
Te felicito por la ambientación, muy visual.
Abrazos
Muchas gracias, Asun. Haces bien es destacar la importancia del «menos mal», porque es cierto que se puede interpretar como una puerta abierta a otra ocasión.
Un abrazo grande.
Muchas gracias, Ana, siempre atenta. Esa expresión se la pedí prestada a García Márquez, uno de mis autores favoritos. Besos para ti, bertsolari.
Se percibe el ambiente cubano, los cocoteros y…, capaplan, ¡te quedas con el personal!!,jejeje. Suerte.
Besicos muchos.
Entre coco y coco, ¡cocotazo! Muchas gracias por entrar y comentar, Nani. Abrazos y besos a miles.
Espero que quien le dejó arena en el corazón no haya sido una linda gatita jeje. Muy original, abierto a varias interpretaciones desde perversiones sexuales hasta que todo sea una triste alegoría del despecho. Suerte en las elecciones de marzo.
Buena reinterpretación del relato, Lorenzo, gracias por compartirla. Lo de la linda gatita es seguro, ahora q
Buena reinterpretación del relato, Lorenzo, gracias por compartirla. Lo de la linda gatita es seguro, ahora que lo dices…
Un abrazo.
¡Siempre es un placer recibir tus comentarios, amigo Juan! Por cierto, ya he leído tu enigmático relato, aunque (de momento) no me deja comentar. Supongo que el adorado JAMS lo solucionará en breve… Te puedo anticipar que he entendido lo del sanatorio para tuberculosos, la identidad de la bella dama, pero aún no he logrado descifrar lo que significa el nombre de los dos hermanos. Poco a poco…
Vaya, acabo de leer tu comentario y acabo de comentar en tu casa… Que es como si fuera la mía, al igual que esta es tu casa, claro, que es la detodos, bueno no, que esta casa es JAMS, que tú y yo estamos alquilados.
Fernando el clima, la escena, las sensaciones … todo soberbio parece que uno está en Cuba. El final a mí me supera jajajaja Enhorabuena y mucha suerte
Muchas gracias, Jero, siempre me ilusionan tus comentarios. Un abrazo, maestro.
Estrabamkos en Cuba y de repente…
Me gusto mucho y me rei mucho con tu final. Da gusto leer cosas diverrtidas.
Ubn beso
No existe ningún reconocimiento mayor que conseguir la sonrisa del lector. Si, además, esta se convierte en risa, mucho mejor. Muchísimas gracias por tu comentario, Esther.
Fernando, eres malillo y perversillo!! Ummmhhh, que mala intención en tu escritura!!
Y además (ahora, después de visitar al Maese) puedo decir y digo que un gran detective detectivesco (no me voy a olvidar que encontraste el significado oculto de la fórcola de Epi).
Abrazo.
Aurora, no pienses tan mal de mí, que en el fondo (fondo) malo no soy…
Lo de detective, dejémoslo en casualidad… ¿Sabes la anécdota esa de que alguien tiró una piedra al río, le dio a la trucha más grande y ganó el concurso de pescadores sin saber pescar? Pues lo mismo. Tan complicado sería repetirlo como que yo ganara el premio Alfaguara de novela o a ti te nombraran jueza de Donostia…
Un beso. 😉
Oh…oh…
Que echen de la isla a ese borrachuzo, o las perrillas no podrán volver a caminar tranquilas!!!
Aunque seguro que tu prota piensa que la culpa es de ellas por ir provocando…
Nunca sabrá esa, sin duda, bella caniche lo cerca que ha estado de que un humano, cachondo cómo un mandril, le hiciese tras tras por detrás.
En España esas cosas no pasan. Aquí si no hay mermelada y visitas sorpresa de Ricky Martín…
Jajaja, me has echo reír con tu comentario, Modes, ¡qué razón tienes! Hum, sospecho que conoces al personaje mejor que yo mismo, ¿no será que te es familiar?
Por cierto, ¿tienes perrita? Yo no tengo, te lo juro…
Un abrazo, y gracias por pasarte por aquí y comentar.
Hhhhhhhecho…..
Hola, Fernando.
Conmigo también te has quedado y me has dado un respiro porque llevaba varios micros que narraban situaciones duras… Así que olé por la caniche y olé por ti que has ideado un micro divertido y descriptivo.
Un abrazo y suerte.
Towanda, eres un sol. Muchas gracias por tu comentario, a mí me encantó tu «Reality show» del mes pasado, me pasó lo mismo después de tanto crimen veneciano. Un beso.
¿Qué te puedo decir que no te hayan dicho ya? Ingenioso, divertido, bien ambientado, el primer párrafo tan poético, el segundo tan sabrosón y el tercero con ese final tan inesperado, a pesar del título. Muy bueno. Besos.
Qué palabras más bonitas, Ana. Yo sí que no sé qué decirte a ti, musa y maestra de historias. Muchas gracias.
Entre tanta sed da gusto llegar a este oasis caribeño.
Abrazos.
Gracias por pasarte y comentar, María. Ahora que ya sé que no he ganado el premio Alfaguara y que debo sofocar mi sed literaria en otra parte, volveré a bucear en el oasis de ENTC. Besos
Ja,ja,a mi también me has llevado al huerto: pensé que el título rondaba algún giro local. Zoofilias aparte, yo temo por esa caniche: si no es gigante hay cesárea a la vista.
Un beso y suerte Fernando
Pues hablando de giros locales, Eva, te voy a contar una cosa que me pasó en La Habana. A mí me encanta la fruta, y en todo el Caribe hay magníficos ejemplares… Me hospedé en el hotel Sevilla y tomé papaya para desayunar. Me gustó tanto, que le pedí al camarero que me dijera dónde podía comprar papayas… Y me recomendó, por lo bajito, una dirección del barrio de Regla, y me dijo: «Señor, allá todas son muy decentes y buenas personas, incluso mi prima, que se la recomiendo. pero la necesidad es lo hace, ¿sabe usted?». Extrañado, le señalé la bandeja de fruta de la que me había servido… Colorado como un tomate, me explicó que esa fruta se llamaba «Fruta bomba», porque (en Cuba) la «papaya» era otra cosa…
Muchas gracias por pasarte y comentar. Un beso muy grande. Ah, y si me encuentro con la perrita le preguntaré por el final de la historia con su amigo alemán.