LAS HADAS: LA MAGIA QUE NO ACABA NUNCA

Me hace feliz este encuentro porque reúno en este espacio a dos mujeres a las que admiro con un contenido que tiene tanto de mágico como de … carnal. Podéis leer este fragmento de los Cuentos Orientales de Yourcenar y escuchar  después (sin dejar detalle) la letra de Rozalén (la he descubierto hace un par de semanas y me parece de lo mas fresco y diferente que oigo en mucho tiempo) para avanzar en el mismo sentido: las hadas están muy cerca, y su capacidad de hacerte feliz es proporcional a su potencial hechizo; puedes rozar el cielo con ellas, pero peligras de no volver a tocar la tierra jamás…

Cada una en su estilo, es un placer poder presentaros a este par de «peligrosas  hadas»… Tened cuidadito…

Nuestros fantasmas olvidan cubrir su cuerpo con una sábana blanca y su esqueleto se halla recubierto de carne. Pero tal vez sean más peligrosos que las almas de los muertos, ya que éstos, al menos, han sido bautizados y han conocido la vida, han sabido lo que es sufrir. Las Nereidas de nuestros campos son inocentes y malvadas como la naturaleza misma, que tan pronto protege al hombre como lo destruye. Los dioses y las diosas de la antigüedad están bien muertos, y los museos sólo conservan cadáveres de mármol. Nuestras ninfas se parecen más a las hadas de su país que a la imagen que de ellas tienen ustedes, según el modelo de Praxiteles. Pero nuestro pueblo cree en ellas y en sus poderes; existen igual que la tierra, el agua y el peligroso sol. En ellas, la luz del verano se hace carne, y, por eso, verlas dispensa vértigo y estupor. Sólo salen a la hora trágica del mediodía; están como inmersas en el misterio de la luz del día. Si los campesinos atrancan la puerta de sus casas antes de echarse la siesta, es por ellas; estas hadas auténticamente fatales son hermosas, van desnudas y son refrescantes y nefastas como el agua en que bebemos los gérmenes de la fiebre; los que las vieron se consumen lentamente de languidez y de deseo. Los que tuvieron el atrevimiento de acercarse a ellas se quedan mudos para toda la vida, pues no deben revelarse al vulgo los secretos del amor.

El hombre que amo a la Nereidas, de Maguerite Yourcenar

Texto: El hombre que amo a la Nereidas, del libro Cuentos Orientales. Alfaguara 

Tema musical: Las hadas existen, de Rozalen