VENGANZA
La psicología nos ha enseñado que el sentimiento de la venganza está muy arraigado en la naturaleza humana, pero que también hemos aprendido a reprimirlo. Y si nos atraen tanto las historias en las que la víctima de una afrenta o una humillación consigue vengarse de su verdugos es porque nuestro cerebro, al parecer, está diseñado para que el castigo a los culpables de las malas acciones nos produzca placer. La cultura popular siempre ha disfrutado con estos ejecutores que se toman la justicia por su mano. Ahí tenemos el ejemplo del éxito de películas con personajes como Harry el Sucio o justicieros similares, algo de lo que también se ha aprovechado la literatura: según he podido comprobar en Internet, el vengativo conde de Montecristo, creado por Alejandro Dumas, es uno de los personajes de ficción más apreciados por los lectores, y Diez Negritos, la novela de Agatha Christie que trata sobre el castigo que reciben los culpables de varios delitos, una de las más vendidas en todo el mundo.
Y de la venganza es de lo que trata El ingrediente, de Lorenzo David Rubio Martínez, ese impulso en el que nos recreamos una vez que hemos asimilado la historia y se nos ha hecho sentir empatía por el protagonista, y si bien el tema de los malos tratos, sea violencia machista, en el ámbito familiar o en el escolar, es uno de los más recurrentes en los microrrelatos, aquí está tratado de forma original. De ahí su consistencia. El ritmo de la historia hace que no decaiga, que mantenga el interés y que nos preguntemos en todo momento por lo que está sucediendo. Y lo logra hasta el final, cuando el lector tiene toda la información en la cabeza y consigue encajar en un relato coherente las tres piezas que se le han ofrecido: el título, lo que sucede durante el día en el instituto y el cuento que le explica el protagonista a su hermana por la noche. Me ha llamado la atención esta forma, más o menos indirecta de abordar la historia, y sobre todo el uso de un recurso que para mí es el mejor hallazgo del micro: la introducción de un elemento en apariencia incongruente entre unos hechos descritos que sí guardan cierta relación entre sí, y es que la frase que describe la entrega tan alegre de la merienda al matón (o repetidor), no cuadra con el resto de aquello que nos está contando acerca de lo que ha sucedido en el instituto, y que además nos informa por lo que ha pasado antes de recuperar la normalidad.
De ese elemento, que en principio puede hacernos dudar de lo que estamos leyendo, surge la tensión, la sorpresa, el contraste entre los opuestos que siempre dicen que es necesario para desarrollar una buena trama. Ese es el conflicto que nos atrapa y que finalmente pone el acento en el valor del que se ha armado el protagonista para hacer frente al acoso escolar que sufre. Y claro que una situación como esta puede (debe) tener otra solución más sociable en la vida real que con la que finaliza el relato, pero es que contamos con la imaginación para satisfacer lo que nos pide nuestro cerebro. La literatura así nos lo permite.
Concurso: WONDERLAND – Ganador semanal.
(100 palabras justas, excluido título – periodicidad semanal)
EL INGREDIENTE, de LORENZO DAVID RUBIO MARTÍNEZ
Esa mañana en el instituto estuvo alegre, como el curso pasado. No llegó tarde a clase, no mantuvo mirada de estatua a los profesores, volvió a hablar con sus compañeros, esta vez sonrió al dar su merienda al repetidor, se negó a jugar de portero, se chivó del que le copiaba los deberes y no le pusieron un negativo por no traer el material.
En casa se pasó toda la tarde con sus padres y su hermanita. Esa noche la durmió contándole un cuento, en el que un príncipe rescataba a su princesa tras envenenar al gigante que la maniataba.
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No llego a encajar lo que cuenta Rafa con el sentido que encuentro yo al micro de Lorenzo. Bajo mi corto punto de vista, no es un niño que sufra acoso sino al contrario, manipula cambiando su actitud bravucona del curso anterior para lograr no sé qué objetivo (supongo que el título, «El ingrediente» sea la clave junto con la palabra envenenar).
Bueno, Susana, ya sabes que cada lector es un mundo y cada cual tiene su propia interpretación. Si se tiene de las novelas, con todo lo que en ellas se puede explicar, ¡cómo no se va s tener de los microrrelatos con todas sus elipsis!
Un saludo.
Hola, Rafa, no había visto este post. Vaya análisis tan bueno, mucho mejor que el que hicieron en antena. Has dado en mi idea original en todo. También es enriquecedor ver versiones diferentes que nunca pensé, como la que el locutor Jordi Muñoz dijo de que la hermana también estaba siendo maltratada, releyéndolo también encajaría. Otra la versión de Susana que lo convierte en un rompecabezas, aunque la verdadera clave está en lo que dice Susana, ingrediente-envenenar; una venganza cruel como también apunta Rafa. Este post lo retuiteo pero ya. Una vez más gracias a todos los que posteáis altruistamente.
Hola, Lorenzo, y gracias por tus palabras. No había pensado en la posibilidad del maltrato a la hermana, pero como dices se podría leer entre líneas. Es lo bueno de leer con otros ojos. Se abren muchas posibilidades.
Un saludo.
Pues yo no veo al niño como bravucón sino como un niño que ha reprimido sus instintos infantiles por el acoso de otro u otros. También parece que la niña ha podido sufrir los malos tratos, pero eso no está tan claro, puede ser solo una proyección del hermano. La venganza está en ese bocadillo que tan alegremente ofrece. Como dice Rafa, la venganza es el instinto de recomponer algo que nos parece injusto, aunque sea, la justicia, algo subjetivo. Todos aplaudimos al hábil ladrón de ricos, al buen pistolero, etc. son personajes universales que parece han venido a luchar contra las injusticias sirviéndose de cualquier medio, aunque sea políticamente incorrecto. Nos atraen, pero también pueden ser peligrosos.
Hola, Paloma. Yo tampoco me imagino al chaval como un bravucón. Me parece alguien que ha encontrado la fuerza o el valor para acabar de una vez con su acoso. Me gusta lo que dices de la atracción que ejercen esos justicieros, con lo peligroso que eso puede resultar.
Un saludo.