49. «Atormentada» (María José Escudero)
Además, el humo del aceite me afecta severamente a los ojos -concluyó la abuela a voz en grito desde la cocina. Primero había declarado que estaba harta. Harta de teñirse las canas en casa.Harta de cuidar a los nietos. Harta de cocinar los domingos para nueras y yernos…Que necesitaba tiempo. Tiempo y atención.Expresado esto, su pulso se aceleró, se dejó arrastrar por un arranque emocional y explotó como un globo. Se dolía de aquel trabajo gris que nadie valoraba, y terminó diciendo cosas difíciles de olvidar.
Ni mis padres ni mis tíos se dieron por aludidos hasta que, pasados treinta segundos de aquel comunicado urgente, un ruido de cacharros se escuchó como un trueno. El cielo estaba despejado y la predicción meteorológica local descartaba perturbaciones, sin embargo, hubo un momento que, incluso, nos faltó laluz.
En el comedor se vivieron momentos de desconcierto. El abuelo, alarmado, sólo quería saber por qué lagrimeaba, pero ella necesitaba desenredar abiertamente las verdadeas razones de aquel repentino llanto.
Pasada la tormenta, nos sentamos a la mesa y comimos, y callamos. No fuimos capaces de cantar «el cumpleaños feliz», tampoco de entregarle el paraguas y la plancha que le habíamos comprado.
Me gusta mucho el giro que le has dado a la tormenta para convertirlo en atormentada. La situación y las palabras. Me parece muy bueno. Mucha suerte.
Crítica acertada a una sociedad insensible con las personas mayores.
Saludos.
Tristemente real. Y muy bien contada. Y encima una plancha!
Lo peor es que, en algún momento , se sientes culpable del berrinche.
Hola, María José, los regalos que iba a recibir lo dicen todo: una nueva plancha y un paraguas para llevar a los niños al cole en días de lluvia. Ya le podían haber regalado un viaje a un spa de aguas termales. Me ha gustado dice mucho tu relato.
Muy real , la vida misma. Suerte y un beso
Muy bien Mª José . Me ha gustado mucho como lo has contado.Se abusa mucho de los mayores y se habla muy poco de ello . Yo conozco varías abuelas en esta situación y me da mucha pena. Un abrazo y no tardes en escribir otro relato.
Una explosión fuerte como una tormenta, la desesperación de una mujer que acumula años de sufrimiento en silencio por la falta de atención de sus familiares más directos.
Un saludo
Rosa
Una tormenta de lo más razonable. Qué bien cuentas la vida sacrificada de tantas madres y abuelas, y lo cómodos que podemos llegar a ser cuando nos lo hacen todo. Me ha gustado mucho, María José. Un abrazo.
Muchísimas,muchísimas gracias.
Cualquier momento en cualquier lugar de la misma vida. Me encantó.
Un saludo
María José, la situación que reflejas en tu relato es la realidad de muchas familias, la abuela que todo lo puede y nadie valora, y encima querían regalarle una plancha. Me ha gustado. Abrazos.
Ay, que indentificada me he visto. Yo no voy a ser nunca abuela, pero me toca asumir el puesto que esta dejando mi madre. Y socorro un día estallará la tormenta y caerán sapos y culebras; por contener. Precioso relato. Me ha encantado. Mas, mas.
Muy bien relatado, triste realidad.
Me ha gustado mucho.
Muchísima suerte.
Un beso
La pura realidad, la de las mujeres que a partir de cierta edad tienen que responsabilizarse de ciertas cargas, por ser eso, MUJERES.
un beso
Toda una vida a la sombra de los demás justifica una explosión, claro que sí.
Antes lo debía de haber hecho.
Sin embargo el mundo funciona gracias a mujeres como ella.
buen relato.
Besos
Así es.Esta mujer es un motor del llamado estado de bienestar. Todos nos beneficiamos de su trabajo, es una labor bien visible,pero nadie la reconoce en su justa medida. Lo peor es que con la crisis, esta mujer aporta trabajo y pensión. Gracias a estas abuelas sobreviven muchas familias en estos momentos.
Muchas gracias a todos por vuestros comentarios.Para mí es un premio que alguien lea lo que escribo. Muchas gracias.
Juraría que ya había comentado este micro, pero no me veo por ningún lado, así que insisto. Lo malo es que ande por ahí el otro y ahora no tengan nada que ver el uno con el otro. Aún así me arriesgo.
Me parece un homenaje a las madres, a todo lo que ellas son capaces de entregarnos y lo poco que reciben a cambio. Una plancha, ¿a quién se le ocurre? Pues por desgracia a casi todos, a las madres solo les regalamos cosas para que no paren de trabajar para nosotros. Normal que se enfade. El paraguas por lo menos puede servir como arma arrojadiza o para que la familia se ponga a cubierto.
Buen micro María José. Suerte. Besos.
Pues ya era hora de que estallase la tormenta, ya está bien de que la pobre abuela aguante sin protestar. Me gusta tu interpretación de la tormenta y que el narrador sea el nieto, el único que parece captar el mensaje. Yo creo que esto es porque nietos y abuelos están en un segundo plano en la vida familiar, unos porque aún no son tenidos en cuenta y los otros porque ya nadie los considera como deberían.
Buen micro. Suerte y abrazos