SEP86. LA RECAIDA, de Ramón González
Con la respiración agitada, miraba fijamente la pequeña bolsita. Iba a hacerlo y sabía que iba a hacerlo. No lo había hecho aún porque no podía creer que fuera a hacerlo. No podía creer que fuera a tirar al retrete más de un año de su vida.
Más de un año. Trescientos noventa y dos días para ser exactos. Más de un año de médicos y terapias. Trece meses de sufrimiento, de ansiedad, de insomnio, de tratamientos de probada eficacia, de pequeños fracasos, de tratamientos alternativos. Con voluntad de hierro, con la ayuda incondicional de su familia y unos pocos y selectos amigos. Evitando tentaciones, evitando lugares, evitando según qué compañías.
Volvería a ver lágrimas en los ojos de su madre, nunca enfadada pero siempre triste. Preocuparía otra vez a sus hermanos, siempre delicadamente pendientes de su evolución, prudentes pero firmes en su apoyo. Iba a decepcionarlos a todos.
Porque iba a hacerlo. Con ansiedad, cogió ambos lados de la bolsa haciendo pinza con índices y pulgares y tiró. Al oler los doritos salivó de tal manera que, mientras engullía el primer puñado, unas babas con tropezones le caían por las comisuras de los labios.
¡¡¡A disfrutar , qué demonios , que la vida son dos días!!!
Bah, un poco de colesterol más o menos!!, peor es lo mío, que lo que abrí fue un paquete de Ducados!! Pero esto se acaba desde mañana mismo!! 🙂
Me ha gustado tu relato, es supersimpático!!
He sentido la angustia de esa recaída, y la verdad, me parece que a mi me pasa todos los días, hoy mismo me he comido una rosquilla (de las de mi madre) con una onza de chocolate. Y ahora llevo toda la tarde flagelándome por la culpa.
Lo que si me parece es que has repetido demasiado la palabra «hacerlo» en el primer párrafo, pero no le resta fuerza al relato.
Felicidades.
Ramón estupendo relato, sin artificios y directo al estómago, a la ansiedad, a la odisea del que no desea volver a una Itaca de la que decidió salir y no volver.
Quizás tu relato podría recordar a un Ulises (odiseo) volviendo con la diosa Calipso y que le den a Penélope jaja.
Divertido, sencillo de leer y con la dulzura de lo cotidiano.
Suerte
Ramón, no crees que estés lejos de la realidad. Tengo un amigo que vive cerca de mí. Los últimos dos años tuve dos infartos el último casi terminal. Hace dos días me decía mi mujer que discutía constantemente con su mujer porque fumaba a escondidas. El vicio poco o mucho por desgracia está apoderando de nosotros. Buen micro muy didáctico y bien escrito. Un fuerte abrazo, Sotirios.
Ramón, vamos a ilusionarnos con que solo fue un momento de debilidad e inmediatamente cerrará la bolsa y a seguir adelante con tesón e ilusionado. Suerte y saludos.