10. A LES ENFANTS…(Paloma Casado)
Pronto -dice- volveré a casa. Tim me reconocerá desde lejos y vendrá a buscarme ladrando y meneando la cola. Mamá habrá preparado la tarta que tanto me gusta y sus caricias olerán a manzana y mantequilla. Papá me abrazará orgulloso y Pierre querrá que le cuente historias de la guerra. Es posible que los vecinos del pueblo me reciban con honores de héroe, aunque yo no me siento así. Entre ellos estará Marie con ese vestido de florecitas que se pone en las fiestas. Me atreveré a besarla delante de todos y allí mismo le pediré matrimonio. Ella dirá que sí porque me ha estado esperando y no le importará mi cojera. Tendremos una casa con huerto y muchos hijos y …
La enfermera ha dejado de escuchar esa voz cada vez más débil y nota cómo se relaja la mano que retiene la suya. Acerca el oído a su boca para comprobar la respiración y cierra sus ojos. ¡Era tan joven! Llora por él, por todos ellos, por tantas historias incumplidas. Enseguida se recompone, debe atender a otro herido.
Qué ternura impregna todo el relato y qué entereza la de los personajes en una situación como la que ambos viven –y saben que están viviendo–. Sorprende que en un micro podamos reconciliarnos con la especie humana, pero tú lo consigues, Paloma. Enhorabuena y suerte.
Ay, Paloma, cómo me escribes esto, que he acabado como la enfermera, y eso que lo estaba viendo venir.
Es precioso, triste y duro, todo a la vez. Y necesario. Malditas sean todas las guerras.
Un abrazo y suerte.
La ilusión no hay que perderla nunca, la esperanza en que el infierno termine. Cuando se vive, ayuda a seguir, en el final, ayuda a terminar. La enfermera es quien ha de hacer de tripas corazón y tratar de salvar otra vida, o acompañar en sus últimos momentos a otros jóvenes con las vidas cercenadas por la locura colectiva.
Un relato sobre las ganas de existir, con una vida prometedora por delante, y la impotencia de detener lo que nunca debió haber sucedido.
Un abrazo y suerte, Paloma
Un relato tierno y esperanzador al principio, y triste y crudo al final, con un giro hecho a la perfección. Como dice Rosalía, malditas las guerras. Felicidades Paloma, ¡qué bien escribes! Un abrazo!
Paloma, según iba leyendo tu relato tan visual, me he sentido delante de una gran pantalla. Es como una película, desgraciadamente muy real. Una escena dura suavizada por los pensamientos del protagonista que al fin y al cabo muere soñando imágenes bellas.
Me ha gustado
Tantas vidas y tantas ilusiones truncadas en las guerras, y sin embargo seguimos creándolas. Está claro que son montajes de los poderosos, de quienes no corren ningún riesgo en los frentes.
Pobre joven, y como siempre las mujeres arreglando los daños como siempre.
Un relato conmovedor.
Consigues perforar la piel, por muy dura que sea, y alcanzar el fondo sensible empapándolo de tristeza.