29. A pesar de todo (Rosy Val)
Con sumo cuidado la levantas de su silla de ruedas y la sientas sobre la cama. Terminas de ponerle el camisón y para que duerma tranquila le das su medicina. Tras arroparla, le das un beso en la frente y le deseas felices sueños. Pero antes de alcanzar la puerta y apagar la luz, esperas. A que te llame asomando una mano por el embozo. A que te mire lánguida y circunstancial. A que se persigne y te pida que acerques tu cara a la suya para después implorarte al oído que la perdones. Como cada noche.
Tú sabes de sus miedos a no despertar y no alcanzar la vida eterna. Por eso dibuja una cruz sobre su cara, arrepentida. Remordimiento que caducará a la mañana siguiente cuando descubra que aún sigue entre los vivos. Y volverá de nuevo a la tiranía. A los gritos, los insultos, al rencor, a su pasado. Al deseo de deshacerse de ti, como cuando él os abandonó. Tú apenas tenías unas horas.
¡Uf! Muy duro tu micro Rosy. Has descrito unos personajes y una situación de vida imaginarios que no lo tienen que ser tanto. Estoy segura que se dan en la vida real, tal vez lo tengamos muy cerca; sin embargo, si no es así, el solo hecho de hacérnoslos imaginar de la manera que los has descrito, ya duele.
Nos leemos.
Muchas gracias, Isabel Cristina. «Encantada» de que mi relato te haya movido algo por dentro… 😉
Un abrazo
“A pesar de todo”, título acertado porque representa a muchos cuidadores que «a pesar de todo» siguen al pie del cañón, en el sentido literal: el cañón de los desprecios e insultos de quien se cree con el derecho de que los cuiden.
Un relato muy triste porque ninguna de las dos personas se salva, una con su amargura y la otra teniendo que soportarla.
Durillo ¿eh?
A mí lo que me sorprende de mi protagonista es que aún después de saber las intenciones de su madre cuando ella nació la quiera a pesar de todo.
Muchas gracias.
Un abrazo
Durísimo y muy real. Algún caso parecido conozco, con la diferencia de que no creo que esa madre tirana se arrepintiera cada noche, ni siquiera para alcanzar la vida eterna.
Qué lástima de vidas desgraciadas.
Un abrazo y suerte.
Hola, Rosalía, una madre que vuelca las frustraciones de su pasado en su hija… se puede ser más tirana?
Un abrazo y muchas gracias por tu visita.
Esta madre, anciana y con minusvalía, nos parece al principio una persona agradecida, necesitada y merecedora de cariño y cuidados. Sin embargo, cuando sus miedos, comprensibles pero también egoístas, se apaciguan, aflora su verdadero ser, tiránico y déspota, sin ninguna consideración hacia la carne de su carne que se ocupa de ella, en quien vuelca injustamente su amargura.
Jn relato duro, con visos de realidad, con una persona egocéntrica, convertida en torturadora para su descendencia.
Un abrazo y suerte, Rosy.
Ángel, esta hija podría pagarle a su madre con la misma moneda, pero ella convierte ese odio en amor. Quizá no quiere verlo y hace de su entrega algo bello, me imagino que así se sentirá mejor.
Agradezco tu acertadísimo comentario, pareciera que conoces a la señora mejor que yo, su creadora… jajaja
Un besote, así de grande.
Me has dejado sin palabras,Rosy. Con un doloroso nudo en la garganta. Lo has contado tan tan bien que se pueden sentir las palabras. ¡Enhorabuena!
Un beso.
Maria, sin palabras me has dejado a mí con tu comentario, y sin embargo llena de alegría. Gracias.
Otro beso de vuelta.
La hija cumple con el rol que le asignó la vida, al contrario que la madre, toda una lección de que las buenas personas lo son desde que nacen, y las malas, lo siguen siendo aunque sean capaces de reconocer lo terrible de sus actuaciones. Me ha gustado mucho, Rosy,Mucha suerte, Y un abrazo.
Paloma, guapísima, muchísimas gracias por tu visita.
Un abrazo grande.