57 A través de la ventana
Clementina, no quería salir del apartamento donde habitaba porque para ella este era su mundo, así quería vivir, encerrada entre cuatro paredes pero con una hermosa vista. Vivía en un piso alto y desde ahí podía ver la montaña, las casas grandes y coloradas, las personas que cruzaban de acera cada día y las niñas que jugaban al escondite en el parque.
Ella era feliz, y a pesar de que su vida era rutinaria, el paisaje cambiaba su existencia. Con el tiempo la vida de la señora se vio afectada causándola graves problemas de salud, ya que no podía casi moverse, había engordado tanto que cuando tuvo una crisis, los bomberos destruyeron la ventana por donde ella miraba, formando de ella parte del paisaje.
Maria, bien descrita la rutina de tu protagonista. El final tan abierto le pone un broche sugestivo. Suerte y saludos
Hay personas que hacen de la rutina su felicidad y que se conforman con muy poco, con lo más sencillo, con mirar a través de una ventana, por ejemplo. El apartamento puede ser un mundo completo, a la medida, y una ventana la única relación con el exterior, como un telescopio por el que observar al espacio lejano, hermoso e inalcanzable. Pero ese mundo plácido es susceptible de terminarse de manera inesperada, de un día para otro, de ahí que tu relato se interprete como un aviso a navegantes, el recordatorio de que lo que creemos sólido puede derrumbarse en cualquier momento. Hay que desear que tu protagonista vuelva a su casa, con la salud restablecida y mayores cuidados, la ventana sea repuesta y reconstruya ese pequeño entorno que le proporciona, en su sencillez, su plenitud particular.
Un saludo, María