Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

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72. A un pasito de la gloria

Venancio levantó una a una las cuatro cartas que acababa de repartir su compañero Anselmo, sentado frente a él.

Cuando visualizó el conjunto a duras penas consiguió disimular el ramalazo de alegría que inundó su ser. No sabía muy bien cómo describir la sensación. Aún teniendo claro que era un jugador del montón, disponía ante sí de la jugada perfecta para fulminar al alcalde y al párroco en la final del torneo de mus del pueblo.

Si le dicen a cualquiera que la pareja de la que formaba parte tenía alguna opción de ganar se habrían desternillado en su cara. Pero ahí estaba él, con cuatro reyes en su mano y más empoderado que su ídolo Nadal en Roland Garros. Menudo subidón.

No era mano, pero con esas cartas nada podía salir mal. Para hacer aún más épica la victoria, el alcalde se arrancó con un órdago a grande, así, de manera inesperada. En ese momento Venancio se vio subiendo a la red a remachar la jugada de su vida, como el mejor Rafa en la Philippe Chatrier. 

“¿Vas a echar más?”, replicó exultante, sintiéndose ganador.

Pero los cuatro reyes que mostró el alcalde hicieron palidecer su rostro. 

Maldito Djokovic.

10 Responses

  1. Manuel Pozo Gómez

    Un relato muy actual. Buena combinación de mus y tenis… y que no se puede vender la piel del oso antes de cazarlo. ¡Con la de medallas que íbamos a ganar!
    Suerte y un abrazo.

    1. Alberto Benito

      Efectivamente, en el mus, en el tenis y en la vida no es buena práctica vender la piel del oso antes de cazarlo. Que se lo digan al pobre Venancio…

      Gracias por tu comentario, Manuel. Un abrazo, y suerte para ti también!

  2. Rosa Gómez Gómez

    Penita me da, para una vez que le salen los reyes.
    De pequeña, cuando pasaba por los bares, veía a los hombres sentados de cuatro en cuatro jugando al dominó o a las cartas. Recuerdo sentir fascinación y envidia. ¡Eran juegos de hombres! ¡Una niña tenía que estar aprendiendo las tareas de la casa!
    Divertido el paralelismo entre el tenis y el mus.

    1. Alberto Benito

      Muchas gracias por el comentario, Rosa.

      Doy fe que en muchos lugares (mi pueblo, por ejemplo) sigue triunfando el mus entre los que por aquel entonces éramos niños.
      Y las que eran niñas como tú nos funden en la gran mayoría de las partidas, tomándose debidamente la revancha. Justicia generacional.

      Yo reconozco que soy un jugador del montón hacia abajo, como Venancio, por lo que el escrito casi se puede tomar como un microrrelato autobiográfico.

      Un abrazo, y suerte para ti también!

    1. Alberto Benito

      Gran resumen, Edita.

      Al final, los perdedores de mus en realidad lo que buscamos es hacer felices a aquellos que necesitan ganar para sentirse bien / superiores / inmortales.

      Pobrecitos.

      Esto es aplicable al resto de la vida.

      Abrazo, y suerte!

  3. Ángel Saiz Mora

    Unos dicen que la suerte no existe; otros, que la suerte se busca. Pero todos sabemos que hay gente que parece que han nacido de pie, en detrimento de otros, a quienes les tocan casi siempre malas cartas.
    Un relato divertido, con un protagonista de naturaleza perdedora, que parece no tener derecho a pasar de sus sueños de gloria a que se materialicen.
    Unabrazo y suerte, Alberto

    1. Alberto Benito

      Buena lectura, Ángel.

      La clave está en conseguir ser felices incluso con malas cartas. Y si de vez en cuando llega alguna buena, saber disfrutar ese regalo.

      Algunos se acostumbran a lo contrario. Bien por ellos.

      Un abrazo, y suerte para ti también!

  4. Rosalía Guerrero

    Me he quedado con las ganas de que ganara a las fuerzas vivas del pueblo, ¡a ver si hay mejor suerte en otra ocasión!
    Un abrazo y suerte.

    1. Alberto Benito

      Ganen a lo que ganen, Rosalía, en el fondo son perdedores. Aunque ellos no lo saben.

      Me quedo con Venancio y Anselmo.

      Un abrazo, y suerte para ti también!

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