45. Acoso, pero no derribo
Me llamaron “cíclope” cuando un inoportuno grano de tamaño considerable, en consonancia con mi generosa osamenta, decidió que el entrecejo era un lugar idóneo para desarrollarse. Con quince años, compañeros y profesores me sometían a escarnio público, mientras, yo se lo ponía fácil, inseguro y acomplejado, cometía torpezas de todo tipo, llegaron a renombrarme “cíclope empanado”.
Por eso, cuando mi cuerpo empezó a mermar, a lo alto y a lo ancho, sin motivo aparente, sentí alivio. Pensé que si era menos visible, dejaría de ser el blanco de las burlas. Aunque tal fue la merma que adquirí el tamaño de un niño de diez años. Los médicos no sabían dar respuesta, incluso fui motivo de estudio, sin éxito.
Como el paso del tiempo ayuda a normalizar aquello que no lo es, mi vida cobró algún sentido cuando encontré trabajo de limpiador de chimeneas y lugares estrechos.
Pero aún echaba en falta algo, y lo encontré: ella decidió que yo era alguien interesante, tan, tan interesante le resulté que en solo unos días otro fenómeno se obró, esta vez a la inversa, y mi cuerpecito volvió a su ser.
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«Acoso, pero no derribo», o lo que viene a ser lo mismo: «Dios aprieta, pero no ahoga». Si es verdad que el amor mueve montañas, puede que también restituya a su tamaño a alguirn empequeñecido por las burlas. Lo que es digko de alabanza es que una mujer, siperando prejuocios, se prendase de él sin importarle su peor versión.
Un abrazo y suerte, Rosa
Siguiendo con los refranes: “siempre hay un roto para un descosido”.
El acosado o se fortalece o se amarga para siempre, he preferido darle una vida con algo de felicidad.¿porqué no? Eso es lo bueno de escribir, eres dueño de la historia.
Gracias Ángel, como siempre.
Es terrible como el bulling hace empequeñecer a las personas, y como el poder sanador del amor(no necesariamente romántico) nos ayuda a volver a
querernos.
Un micro algo triste pero necesario, y con un final esperanzador.
Un abrazo y suerte.
Las sociedades marcan unos cánones e belleza
que provoca que muchas personas sean atacadas por su aspecto. Las diferencias siempre han pagado esa osadía, para todas sus vidas en muchos casos.
Gracias Rosalía por comentar.
Tu «cíclope» ha conocido de primera mano la tristeza del rechazo ajeno pero también la alegría de saberse amado tal y como es. Un micro triste pero también tierno, y como docen los compañeros, con un final esperazador. Felicidades Rosa y ucha suerte!
Y porfa, perdona la cantidad de errores tipográficos de mi anterior comentario, es lo que tiene escribir en el móvil sin las gafas de cerca! Un abrazo
Quizá el refrán ese de que “lo que no te mata te hace más fuerte”, sea cierto. Pero no está pagado el tener que pasar por pruebas así. La vida trata cada uno de forma aleatoria y sólo la capacidad de adaptación nos permite seguir viviendo.
Un saludo y gracias Sara.
Ya que el refranero español es tan rico y tiene justificación para todo, tanto para una cosa como su contraria, aquí le vendría bien uno que me saco de la manga: “Lo que mal empieza bien acaba”. Como bien dices, en la ficción todo es posible. Como este relato tan metafórico y positivo.
Pues si, ya está bien de que casi siempre se salgan con la suya los acosadores y agresivos. Quiero pensar, y seguro que no me equivoco, que la mayoría de la gente es bien intencionada o al menos no va por ahí buscando hacer daño por gusto.
Así que muy bien recreado tu refrán.
Gracias por tu comentario, Edita.
Una historia original y tierna en la que, al final, el amor restituye y compensa todo el amargor.
Enhorabuena y suerte, Rosa
Gracias Alberto, si, el amor nos transforma y nos hace más fuertes. No es una frase hecha, la realidad lo demuestra. Los seres amargados se pierden en la inmensidad de su soledad.