50. Agitar antes de usar
Primero introduce unos puntos suspensivos en el fondo de un recipiente, con medio litro de agua. Salpimienta y sumerge un gerundio. Espera 7 minutos. Ponlo a fuego medio, lo llevas a ebullición y vas añadiendo el resto de ingredientes, a saber: un participio, tres infinitivos, dos verbos transitivos y otros tantos reflexivos, cuatro guiones, de trece a quince adjetivos, siete pronombres, cinco adverbios y un par de signos de interrogación. Después, mételo en el congelador durante 15 minutos. Sácalo, agita con fuerza, vierte el contenido en un vaso de cóctel y ofréceselo a ella, sí, a ella, mientras le dices cuanto la amas. ¿Que te rechaza? Pues nada: le sueltas una frase del tipo “¡Mi venganza será atroz!” o “¡La ira de Issis caerá sobre ti! (que sepas o no quien es Issis, es indiferente). Pero sobre todo, para vengarte de la ingrata que acaba de rechazarte, incrústala un pretérito pluscuamperfecto del subjuntivo entre la segunda y tercera costilla de su costado izquierdo: aproximada y preferiblemente, a la altura del corazón. Es rarísimo que falle.
Ingenio en tu original relato. Lo he disfrutado.
Un saludo.
El lenguaje verbal, la utilización de un sistema común de signos, con sus reglas, es algo meramente humano, una comunicación esencial que permite muchas posibilidades. Puede expresar la adhesión más absoluta, como también el rechazo más doloroso o el desahogo más brutal, todo depende de la manera en la que se combinen los ingredientes en forma de palabras, como si si se tratase de una fórmula magistral, todo dependerá del efecto que se pretenda.
Tu maestría en combinar letras queda demostrada una vez más en este relato.
Un abrazo, José Manuel.
Suerte