98 . Agravio en la Montaña Sagrada
La rebelión había comenzado en las faldas del Olimpo. Hefesto, el maltrecho y despreciado hijo de Hera, había reunido a Afrodita, Poseidón, Apolo, Hermes, Pan, Ares y Heracles, para derrocar al tirano Zeus y devolver la paz y la libertad al maltratado pueblo griego. Organizó cuidadosamente el golpe: Afrodita, con sus artes amatorias, seduciría a Zeus, Pan entretendría a la corte con una comida pantagruélica y Apolo prometería al pueblo un futuro mejor. A Ares le encargó atraer al ejército, a Hermes buscar ayuda económica, a Poseidón desatar una gran tormenta y un fuerte terremoto y a Heracles romper las puertas de la fortaleza.
Todo salió según lo previsto, Hefesto nombró un nuevo gobierno y presentó al pueblo a sus colaboradores. A Poseidón lo encargó de la defensa de la naturaleza, a Apolo lo nombró ministro para las artes, a Ares de la guerra, y a Hermes de economía. Pan tuvo que asegurase de que el pueblo no volviera a pasar hambre y Heracles fue nombrado jefe de las milicias.
Solo faltaba Afrodita, que no asistió a la última reunión, en la que se decidió expulsarla del Olimpo, por puta.
Además de puta poner la cama y encima maltratada. Los dioses olímpicos eran un reflejo de los humanos, que no a la inversa, en particular de sus defectos y en particular de los poderosos.
Es que esto me recuerda mucho ‘La locura del rey Jorge’, una película que tiene bastante que ver con lo que aquí cuentas, de principio a fin: a quien nos ha hecho el trabajo sucio conviene quitárselo del medio cuanto antes, su mera presencia ofende, estropea la imagen que nos interesa dar y nos restriega por las narices ciertos… asuntos.
Un final muy ¿reVelador?
Gracias por tu comentario.
Efectivamente, no hemos cambiado mucho. El chivo expiatorio siempre está presente y, con frecuencia, es del género femenino.
Hola, Ezequiel.
Cualquier tentativa de exégesis de tu texto queda cegada al leer el atinado comentario de J. Ignacio, cargado de las virtudes que le adornan en grado sumo. No obstante, empezaré por decirte que me encantan los relatos mitológicos. Y que haces un gran manejo de los personajes para dotar de una gran intriga en la peripecia en este relato coral. Hasta ese cierre con los alcances que J. Ignacio apunta. Siempre tiene que haber un chivo expiatorio. Una cabeza de turco. En el penúltimo renglón parece que debe poner «expulsarla» y no «expulsada». debe ser una errata. Considéralo, tú eres el autor. Un abrazote y Feliz Navidad.
Gracias por tu comentario.
Tienes razón, hay una errata en el último párrafo. Debe decir expulsarla.
Intentaré arreglarlo.
Gracias nuevamente.
Ezequiel, original forma de tratar este tema mitologico, suerte y Feliz Navidad¡¡¡¡.
Gracias Calamanda.
Felicidades.
Un agravio en toda regla. Los dioses, trasuntos de los hombres, o viceversa, vaya usted a saber, tienen sus mismos defectos. En esa operación por tomar el poder en el Olimpo, a quien ha ejercido el papel más decisivo se le desprecia una vez que su misión ha terminado. Agravio es la palabra adecuada para este caso y para otros muchos que se producen a diario y en todos los ámbitos. Los reconocimientos y recompensas no siempre llegan a quien más los merece.
Un relato muy interesante sobre los seres mágicos por excelencia, contagiados de los peores defectos de los hombres.
Un abrazo, Ezequiel, suerte y felices fiestas
Gracias Àngel.
Es mucho más fácil contagiar eefectosbque virtudes, y es mucha más difícil recibir (o dar) una palmada en la espalda que una reprimenda o un agravio.
Hola, Ezequiel. Me gusta tu relato y, por supuesto, la denuncia que quieres hacer en él. Aunque ya sé que no estamos propiamente ante un microrrelato, sino ante un «cuento», por llamarle de algún modo, y que no rigen las mismas «normas» (susceptibles de romperse, por supuesto) para los dos, pienso que el elevado número de personajes citados (seguramente necesarios en el contexto de las escenas que nos muestras) dificulta su lectura. Con afán constructivo y pudiendo estar equivocado, también creo que, a pesar de haber corregido «expulsarla», la última frase queda algo entrecortada con esas cuatro comas. No sé que opinarás tú. Ojalá que no se repitiera nunca más lo que tan bien nos muestras en el fondo de tu texto, pero me temo que, por desgracia, aún va para largo. Suerte y un abrazo.
Gracias por tu comentario.
No creo que me haya salido del contexto del microrrelato. El hecho de que sean pocos actores en el relato, más que una norma, es un consejo por la dificultad que puede tener incluir muchos personajes en poco texto, pero en esta historia es fundamental para que llegue el mensaje.
Respecto al último párrafo, puedes tener razón. Le he dado mil vueltas, creo que así queda bien, pero puedes que haya mejores opciones.
Un abrazo y feliz año.
Ni los dioses se salvan. Cómo se les ve el plumero machito…
Ahí duele.
Una injusticia en toda regla, y mucho mayor al venir de los Dioses.
¡FELIZ AÑO 2018!