90. AHÍ ESTABA
Ese día estaba guasón. Tenía muchos universos que controlar pero se fijó en ella.
Ella comenzaba su soñada excursión al Perdido.
Le caía bien por su extraordinaria alegría.
Subiría por Tucarroya. Hacía un bochorno tremendo. La predicción del tiempo era buena.
Decidió darle una sorpresa.
Llevaba 2 horas de ascensión cuando el cielo se tornó negro. Los truenos reventaban la oscuridad, los rayos comenzaron a caer desatándose una inmensa tormenta de agua y granizo. Se agachó en cuclillas apartando unos metros el piolet. Un rayo cayó en él. Entonces lo vio.
Satisfecho por la escenificación, tomó la figura de un anciano de barba blanca.
Preparó la cámara del móvil. El rayo iluminó de nuevo. Hizo la foto. Observó en la pantalla al anciano barbado. Repentinamente la tormenta desapareció y el sol volvió a abrasar. Observó de nuevo la imagen. El rayo rebotaba en el piolet. Nada más.
Decidió que en el futuro le proporcionaría buena suerte. Ahora debía crear un par de nuevos universos, varios planetas habitados y unas cuantas supernovas.
Prosiguió la subida. No entendía lo que había sucedido aunque de algo sí estaba segura. Ahí estaba.
Los dos sonrieron al unísono.