119. Álgebra infantil (Jerónimo Hernández de Castro)
La niña seguía sin entender y el profesor volvió a enfadarse. Su paciencia se esfumó como su efímera beca doctoral. Cómo le hubiera gustado terminar aquella prometedora tesis sobre espacios de once dimensiones, un ámbito matemático que permitiera a los astrofísicos tejer cuerdas para ceñir el Universo…
Dar clases en el pueblo grande de calles empedradas no era mala salida, pero la terquedad diaria de su alumna lo expulsó de las coordenadas de la serenidad. Le habló del espacio plano, del largo por ancho, de todo tipo de superficies familiares… y nada. Exasperado la llamó a la pizarra y gritó: ¡Si tuvieras dos dimensiones te pegarías aquí!
La niña se acercó un poco más y enseguida los colores de su cara y de la ropa, se volvieron del negro verdoso del encerado. Todos pudieron verla moviéndose divertida antes que su perímetro de tiza desapareciese.
El profesor no ha vuelto a chillarle a nadie y la busca de reojo en todas partes por si apareciera de nuevo. Ella se mueve libremente en su nuevo mundo, sin límites de izquierda a derecha, ni de arriba abajo. Sin profundidad, ni tiempo.
Graciaa Juan! Un poquito de magia y matemáticas envolviendo la vida cotidiana . Me alegra mucho que te haya gustado. Abrazo