119. Amar(i-llo) (Mónica Rei)
Al principio lo nuestro fue primario y miel. Y yo, que era mimosa y primavera, me dejé llevar. Entonces éramos felices, alegres como el champán, promesa de un amor permanente…
Entonces, sin saber cómo ni cuándo, él se volvió resina y gutagamba, asfixiándome a cada paso con su humo. Sonaba una alarma pero yo, deslumbrada por sus ojos de ámbar, sus abrazos de titanio y el oro de su piel, no la escuché.
Con el tiempo todo a su alrededor se volvió limón y jengibre y después sucio, orina y tigre. Mi mundo se convirtió en un paisaje de paja, un mundo oxigenado de rostros verdosos y miradas de cera.
Y todo fue ruina y óxido y la amenaza de un Sahara permanente.
Hasta que hoy he decidido agarrar el pincel por el mango, ser primitiva y fulminante. Como un tigre viejo en un desierto de arena. Azufre y cal.