16. Amarillo tirando a rosa
Los recuerdos de infancia de Julia son de color amarillo. Amarillo como los orines que manchaban las sábanas del catre de su habitación de sirvienta. Amarillo como el miedo lavando de noche en el pilón o como la humedad insomne sobre la que se acostaba después. Amarillo claro como las tapas de aquel libro que escondía en la cuadra lleno de versos de un tal Hernández. Como las hojas caídas de los álamos que rodeaban la tapia del cementerio en otoño, donde estaban los huesos de su madre, que amarilleaban bajo tierra. Amarillo ocre como el heno mojado y oloroso que se apilaba en el prado. O los cercos de sudor en la camisa blanca de su padre, que empezó a mirarla con ojos de lobo igual de amarillos cada vez que volvía de visita.
Amarillo radiante, cálido y blando como el ramillete de achicorias que Antón le regaló un día a la salida de misa. Y amarillo vergüenza de no merecer. Amarillo deshonra de virgen profanada. Pero amarillo pálido tirando a rosa de alegría infantil intentando no ahogarse del todo en el mar agridulce de limón que dejan tras de sí las guerras no ganadas.
Recuerdos duros de sus vivencias con distintos amarillos. Una vida difícil bien descrita, que duele. Buen trabajo y buen relato Sara, suerte.
Toda una vida marcada por los distintos tonos de amarillo.
Buen relato, Sara. Te deseo mucha suerte.
Besos apretados.