61. Amor ciego
Aún tiembla al cerrar la habitación del hotel. Se quita la ropa y evita el espejo del armario. Sabe que él todavía la busca. Se deshace de su melena a tijeretazos. Los mechones cortados se le pegan en los pies cuando se da la vuelta para mirarse. Se estremece al recordar sus manos dibujando el mapa de lunares de su pecho. Uno a uno, los arranca, hasta que la sangre se une al pelo formando una masa viscosa. Ahora no podrá reconocerme, piensa. Hasta que el espejo le devuelve el verde de sus ojos.
Cuando alguien cercano, a quien tal vez se amó, se vuelve el peor enemigo, solo queda la huida, seguida de un segundo paso que habrá de dar tu protagonista: la denuncia. Es humano y comprensible que, entre uno u otro, aflore el miedo y la desesperación más absoluta, que incluso conduzca a la autolesión, en un afán de hacer borrón y cuenta nueva y de mimetización.
Un saludo y suerte, Esther
Hola Ángel, muchas gracias por tu comentario, es así tristemente. Un saludo afectuoso.
Esther, excelente como el título cierra el texto, miedo, mucho miedo
Abrazos
Hola Esther
En una segunda lectura te deja en la duda de si ve el verde de sus propios ojos, ese que nunca podrá ocultar, o el de quien le persigue, tal vez alguien que ha conseguido salir de la cárcel muchos años después. Sea cual sea debe sentir mucho miedo… Me gusta
Suerte y saludos.
Es desconcertante, pero el final lleva al título y encaja. Es terrible la historia, totalmente actual, con una mujer que sufre una terrible experiencia, pero que se olvida en cuanto recuerda lo que le gusta de él. Bfff. Ojalá no pasara.
Suerte con él!
Besosss
Gran micro Esther, mucha suerte y un fuerte abrazo