80. Amor lunático (Blanca Oteiza)
Mi novio vive en la Luna. Lo descubrí una noche que observaba el cielo con un telescopio mágico que yo misma había construido. Entre cráter y cráter vi su figura mirando el infinito. Nuestras miradas se cruzaron y supimos, en ese mismo instante, que estábamos conectados, como si tuviéramos cada uno el extremo de un hilo invisible. Llevamos unos meses enviándonos notas de amor impresas en las estrellas. Él tiene que terminar una misión especial, esa que le llevó hasta allí arriba, es tan secreta que no puede contármela, pero en unos días me ha dicho que podrá bajar. Ya estoy preparando la casa para cuando llegue. Mientras tanto me conformo con observarlo cada noche, intercambiar mensajes y sonreír imaginando montarme en una estrella, llegar a su lado y abrazarnos como lunáticos.
En la oscuridad se ven dos ventanas iluminadas y tras los cristales sendos catalejos artesanales, hasta que suena la campana que anuncia el apagado de luces y el silencio impuesto en la clínica. Con la luz de la mañana, llegará la hora de una nueva dosis de pastillas y un día menos para el encuentro de los amantes.
Blanca, triste historia d4e amor, llena d3 belleza y sensibilidad. Suerte y saludos
Muchas gracias Calamanda por tus palabras. Me alegra que te guste mi relato.
Un abrazo
El amor tiene mucho de corazón en detrimento de la razón, por lo que podría decirse que se trata de un pariente próximo de la locura. En este sanatorio dos pacientes parecen comunicarse a su manera, hasta donde pueden y a distancia, con mucha imaginación y cábalas autoconstruidas de por medio. Quizá algún día el encuentro se produzca realmente y, quién sabe, puede que sean la pareja perfecta, aunque les llamen lunáticos.
Un abrazo y suerte, Blanca
Muchas gracias Ángel por tu comentario. Quién sabe, algún día igual pueden reunirse y disfrutar de su amor físicamente.Mientras tanto seguirán viviéndolo a su manera.
Un abrazo
Un mundo creado a su medida, tan mágico que engancha, pena que llegue el bajón de las dosis. Suerte Blanca