57. Ángeles sin alas. (Gemma Llauradó)
Cuando cae la noche Yolanda, Eva y Eugenia despiertan. Son ángeles en la oscuridad. Su turno comienza a las diez de la noche. Una guardia más, llevando a los pacientes algo de júbilo con sus gestos y miradas, paz con sus palabras, procurando el bienestar de todos ellos, con la atención al detalle y siempre rebozadas de empatía.
Trabajan incansablemente sin perder la sonrisa de sus labios oculta bajo la mascarilla, con la capacidad de aceptar el sufrimiento y el dolor sin que ello afecte a su desempeño profesional. Preparadas siempre para lo inesperado.
En mitad de la noche, toca tomarse un respiro, unos minutos para hablar entre ellas, tiempo para un relato corto, unas risas, un café, una taza de té humeante y aromático, una pausa para soñar despiertas… Pero de nuevo un timbre suena. Alguien necesita de su presencia. Así todas las veces que sean necesarias, trabajan en silencio y con un guiño benevolente en sus ojos.
De nuevo, todo comienza de nuevo, está amaneciendo. El trabajo sigue y concluye en un momento en el cual confluyen alegría y satisfacción por una labor bien hecha. Son mis ángeles sin alas. Mis enfermeras.
Que bonic, moltes gràcies per les teves paraules….
Efectivamente, por su trabajo y entrega parecen sobrepasar lo meramente humano, solo les faltan las alas.
Una hermosa historia para un colectivo a quienes tenemos mucho que agradecer.
Un saludo y suerte, Gemma
Mis felicitaciones.
Un precioso homenaje para esos ángeles sin alas, con mascarillas, sin descanso y con amor. Me ha encantado. Suerte y abrazos, Gemma.