29. Aquellos domingos por la tarde (Juan Manuel Pérez Torres)
Nos poníamos ropa limpia y recién planchada, cepillábamos los zapatos, tomábamos el camino de la casa de la abuela con cuidado de no separarnos mucho unos de otros y desfilábamos como patitos tras mamá pata en busca de alimento. Porque todos los hermanos sabíamos que íbamos a merendar. La abuela siempre estaba sentada en su butaca, era muy mayor cuando nosotros aún vestíamos pantalón corto, así que nunca jugaba con los nietos. Además, estaba sorda y eso dificultaba que conversara, por eso apenas recuerdo su voz que solo a veces se quejaba, muy bajito, siempre amable y cariñosa, eso sí. Mamá iba para ver a su madre, nosotros a la tía Nani, que además de hacernos un chocolate caliente insuperable, nunca olvidaba darnos alguna moneda y nos permitía repetir si había madalenas. También dejaba que nos comiéramos las fresas de sus macetones, que tanto cuidaba.
Los detalles sencillos y puros son los que perviven en la memoria. A veces, hemos de perder pequeños tesoros cotidianos, por circunstancias o a causa del paso del tiempo, para darnos cuenta de lo dichosos que fuimos. Cada época tiene lo suyo, pero algunas cosas no vuelven, o no de la misma manera.
Un relato que sin necesidad de grandes hechos transmite mucho, y que no solo parece autobiográfico, también tiene la virtud de hacer que nos identifiquemos con él.
Un abrazo y suerte, Juan Manuel
Gracias, Ángel. Sí, nos identificamos con algunas escenas familiares que en su momento parecían anodinas (ahora casi columnas que sujetan la memoria) y que no solo hablan de personas sino también de una época, de una sociedad y, sobre todo, de formas de amar.
Suerte también para tí y otro abrazo.
Recuerdos muy entrañables y visuales, Juan Manuel. Muy bonita apuesta. Felicidades y suerte.
Besicos muchos.
Gracias Nani, muy bueno el tuyo también. Suerte y besitos para tí.
Añoranzas que no olvidamos, personas, sabores y objetos. Gran propuesta, me ha gustado. Suerte y un abrazo, Juan manuel.
Gracias, Pablo. Lo más sencillo y auténtico de la infancia es la inocencia, por eso esta nostalgia es blanca. Un abrazo.
Un relato sencillo pero lleno de sugerencias, como corresponde al género. Suerte.
Gracias, Antonio. Ya sabes, no sólo es mostrar tu nostalgia sino también intentar provocar la de quien lee. Escenas que todos hemos vivido de alguna forma.
Un relato lleno de sentimientos, recuerdos y sentidos: ese chocolate, la ropa recién planchada, la abuela en la butaca,… Cuantas cosas y aparentemente simples. Me han hecho recordar, en un tono maravillosos, a mi tía-abuela, su chocolate calentito y los barquillos. Otra época, otro ritmo, otras personas. Lo he disfrutado. Suerte, Juan Manuel.
Gracias por contarlo Rafael.
De una sencillez hermosa, costumbrismo del bueno, retazos en sepia, renglones de nostalgia…
De lo más sencillo nacen los mejores recuerdos.
Bonito micro, Juan Manuel. Te deseo mucha suerte.
Besos apretados.