24. Augenblau (Javier Igarreta)
Aquel año, el estío irrumpió de forma abrupta. La esplendorosa pujanza de la primavera se vio sorprendida por sucesivas acometidas de viento tórrido. Solamente en las profundidades de la caverna donde se cobijaba Augenblau, quedaron enclaustradas burbujas de frío residual. Abandonada de niña, había logrado adaptarse a las severas condiciones de la naturaleza salvaje, en perfecta sincronía con los latidos del bosque. Pero los mastines del Señor de Morgenstein rastreaban, con el resuello al límite, cualquier atisbo de frescor y encontraron, una mañana, el refugio umbrío de Augenblau. A la zaga de los canes llegó su amo que, chasqueando el látigo, les obligó a envainar sus colmillos. Enrabietados, soltaron la presa, dejándola a su merced. Augenblau suplicó con el terror instalado en su mirada azul, pero fue todo en vano. Su desgarrador grito arrancó lascas del alma pétrea de la gruta. Tiempo después, Morgenstein regresaba, extraviado y herido tras una infausta escaramuza, y pasó nuevamente por aquellos parajes, ahora gélidos. El trauma de la derrota y una fuerte ventisca le impidieron percatarse de la afilada daga, que emergía desde la espesura nívea. Ya “in artículo mortis”, recordó con un evanescente ápice de conciencia aquellos ojos azules.
Tu relato, lleno de intensidad, es un canto a la supervivencia, como también una muestra de lo implacable que pueden llegar a ser los seres humanos, pues nada justifica actuaciones tan crueles.
Quien por la espada mata, por la espada muere, o por una daga. Nadie puede saber cual va a ser la última imagen que vendrá a la mente de cada uno antes de dejar la existencia que conocemos, la de este infanticida asesinado sin piedad fue la de los ojos inocentes y hermosos de una niña, que le afectó más de lo que quiso reconocer. El regreso al mismo lugar resultó ser su fin.
Un abrazo y suerte, Javier
Un texto tan magníficamente escrito, palabras tan bien escogidas; una historia tan atractiva y bien contada. Sólo me queda decirte con cuál de tus frases me he quedado repitiéndola: «Su desgarrador grito arrancó lascas del alma pétrea de la gruta»…maravillosa.
Muchas gracias Ángel, por tu comentario. Siempre estoy encantado y agradecido por tus atinadas consideraciones.
Un abrazo.
Muchas gracias Isabel, por tus elogiosas palabras. Me alegro de que te haya gustado. Un abrazo.