91. Azúcar, goce y plata
Toda la belleza las tienen tus enaguas rematadas en azucarado encaje. Rumorosas se mueven tras tus pasos, desdoblando rincones. Ávida de goce lo esperas. Hurga en tus escondrijos, inunda tus humedades. Gimes de dicha.
Días más tarde, él se pierde con agitaciones en el bajo vientre. Tú sigues, desplegando pasos, almidonando enaguas y contando doblones de plata.
La enagua es una prenda en la frontera entre lo que se aprecia desde el exterior y el camino hacia lo más íntimo. Traspasar esa puerta de acceso vaporosa supone un cúmulo de sensaciones en doble sentido, tanto para quien lo hace como para quien lo permite. A veces, esa pulsión no es incompatible con llevar aparejada una compensación económica, conformando el trío de circunstancias que se resumen bien en el título.
Un relato que transmite intensidad con pinceladas breves y elegantes.
Un abrazo y suerte, María
Lo breve y bueno dos veces bueno, y un goce en este caso a juego con el título. Suerte María
Bello, María.
Gracias, a los dos. Lo que me tiene muy contenta es que les haya gustado.
Abrazos marinos.