29. BAJO CERO
Enero llegó con ganas, escarchando los campos, como si quisiera dejarle claro al mes siguiente quién era el más invernal de los dos, aunque eso ya al sentenciado le importaba poco, pues aquella sería la última mañana de su larga vida. «Siempre hay un primer día para para todo, incluso para morir. Bueno, yo ya he muerto varias veces», le decía el reo al joven fusilero, que, a juzgar por su mirada tirante, se enfrentaba a su primer paredón. El condenado, mucho más experto que su verdugo, quiso ser benévolo con el principiante y dejó de escrutarlo con la mirada, poniendo sus ojos en el gélido horizonte y asumiendo que no tendría una segunda oportunidad sobre la tierra y que esa cencellada moribunda sería la postrera imagen que tendría de este mundo. Por su parte, el soldado trataba de concentrarse como podía en su misión recordando aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo.
¿Tú también los vas a condenar a cien años de soledad? ¡Suerte!
Visto para sentencia.
La buena literatura, además de universal, perdura en el tiempo, es lo que distingue lo que merece la pena de lo que no. Hay personajes que no podrán morir nunca, aunque los fusilen millones de veces, tantas como cada lectura que se ha hecho y las que tengan que venir de una obra maestra de la literatura, a la que brindas un buen homenaje, bien traído con el doble tema propuesto: El frío (con referencias a enero y al hielo), más el principio, en su primer párrafo, de un clásico imprescindible.
Un abrazo y suerte, JM
Qué bueno es tener lectores tan agradecidos y agudos.
Un saludo
JM