7. Bajo tierra (Carmen Cano)
Marchaos a casa. Y no se os ocurra volver. No necesito compasión. Aquí me respetan. Algunos, incluso, me temen. He de mantener mi reputación de hombre duro, así que no necesito tus galletitas, mamá, ni que me montes una escena. Vamos, trágate esas condenadas lágrimas. Cuando salga, es posible que ya estéis bajo tierra, como esos malnacidos de los padres Dolan y O’Brien que nos destrozaron la infancia. Lo volvería a hacer. Una y mil veces. Alguien tenía que vengar al pobre Jimmy y a los que caímos en aquel infierno de sotanas… Ahora ya es tarde. Guardaos vuestra lástima y marchaos.
No. No volverían. A Lotte le quedaba poco tiempo. De haberlo sabido, no habrían cruzado en tren varios estados. O, tal vez, sí.
Unos padres maduros cruzan en tren media norteamérica para visitar a su hijo preso. Él reconoce sus crímenes y no se arrepiente. Desde una privilegiada posición de guías espirituales, unos sacerdotes abusaron de confianzas e inocencias infantiles, faltando a sus votos y cometiendo la más horrenda de las faltas. La madre del que fue niño y luego adulto vengador, anciana y consumida por la tristeza y, quizá también la vergüenza, se consume pronto. Cuando se comete un mal las consecuencias pueden ser profundas y afectar a diferentes personas, además de volverse contra su autor o autores, por aquello de «quien siembra vientos recoge tempestades».
Un relato muy interesante, en el que el amor hacia un hijo prevalece sobre toda circunstancia.
Un abrazo y suerte, Carmen
Has diseccionado todas las circunstancias que rodean al protagonista, el niño que fue víctima y testigo de unos sacerdotes pederastas, el adulto que se tomó la justicia por su mano, convertido en un preso convicto que rechaza el cariño de sus padres. Pese a todo, la madre ha hecho un largo recorrido para mostrarle su amor por última vez.
Muchas gracias por tu comentario, Ángel. Un fuerte abrazo.
Carmen, un relato excelente. Y además de plena actualidad después de las noticias de los abusos de esos criminales de curas pederastas de Boston. Nos muestras la rabia y el no arrepentimiento de tu protagonista, yo diría casi que con esas palabras que les dice a sus padres nos haces sentir todo lo que lleva dentro. Lástima de esos padres que han hecho ese viaje, y sobre todo de esa madre que está en sus últimos días de vida.
El título me parece genial ya que ahí es donde deberían acabar todos los curas abusadores de niños, por lo menos los curas protagonistas de tu historia ya lo están.
Muy bueno tu relato, Carmen, me ha gustado mucho, te deseo mucha suerte.
Besos.
Tras un titular salta otro. El escándalo de la pederastia viene de lejos y se extiende por todo el mundo. Está en el origen del doble crimen cometido, en el empecinamiento del preso, en el desapego y desprecio hacia sus semejantes. Sobre todo, en la dureza con la que trata a sus padres, ignorando que su madre ha ido a despedirse para siempre.
Celebro que te haya gustado, Javier. Muchísimas gracias por tus generosas palabras. Besos.
Carmen, un asesino con motivos de venganza o de justicia más que suficientes. Unos padres rechazados para no herirlos y un corto destino inesperado.
Muy buen relato. Te deseo mucha suerte.
Besos apretados.
Muchas gracias por tus palabras, Pilar. El preso es un hombre implacable, víctima de una infancia desgraciada. Ahora ya no es capaz de dar ni de recibir amor, ni aun de su madre.
Besos.
Hola, Carmen.
Menudo viaje el de estos padres acudiendo a arropar a su hijo preso. Cuánta historia hay encerrada bajo esas sotanas. No hacen falta más palabras para ser capaz de narrar el horror.
Uf, me encanta. Me ha producido escalofríos y rabia.
Enhorabuena y suertísima.
Un abrazo enorme.
Un relato feroz, como también son feroces esas realidades.
Abrazos otoñales.