51. Bibliófilo en ciernes
Acariciaba fascinado los lomos de su última adquisición cuando, tras un aterrador estruendo, contempló el lento desplome de su preciada y combada librería de madera. A sus pies y entre nubes de polvo, una comunidad de personajes sobresaltados escapaba de los libros revueltos bajo las estanterías caídas. Todos, héroes y villanos, hacían piña para librarse de las cubiertas que los apresaban sin compasión. Una niña rubia auxiliaba a un conejo blanco que desertaba de una página descosida, un joven mohíno buscaba entre líneas el camino hacia el castillo de Elsinore y un extranjero abandonaba su indolencia sobre una contraportada descolorida. Olas de espuma arrojaban a un viejo del mar mientras, vigiladas por un forastero misterioso, cuatro mujercitas juguetonas saltaban de tomo en tomo y un caballero de triste figura corría de la mano de un hobbit desconcertado. Un pirata cojo y un intrépido reportero eran perseguidos por un enorme insecto al que un pequeño príncipe esquivaba para proteger a una rosa distante…
Aquella gozosa barahúnda lo mantuvo subyugado hasta que un rechinar fantasmagórico entreabrió la puerta y, alarmado, escuchó la voz conminatoria de su madre: “O pones orden en esta habitación o todos esos libros van derechos a la basura”.
Oh, María José, qué chulo, me encanta esa marabunta de personajes inmortales interactuando unos con otros… Es muy imaginativo. Además, seguro que ese niño acaba siendo escritor.
Un abrazo y suerte.
Muy nonito.
Suerte!