51. Buscando refugio (María Rojas)
Mi tío Luis tenía una radio transoceánica. Cerrada, parecía un maletín de viajante siempre a punto de emprender el camino. Abierta, era el universo. La había canjeado por un libro de Dostoievski a un capitán que, de tanto oír el rugir del mar y el trepidar de las calderas, había ensordecido y mimaba su alma leyendo.
En la parte superior de la radio se aplanaba la tierra en azul y plata. Abajo, solitaria, abría los pétalos triangulados la rosa de los vientos que, desde Plinio el Viejo, está empeñada en señalar los rumbos que rompen el horizonte.
Mas cuando verdaderamente caíamos en el hechizo de la transoceánica era los sábados, día en que nos permitían quedarnos hasta tarde oyendo salir de su caparazón metálico voces y músicas babélicas, entrecortadas por ventiscas furiosas.
Nos reíamos alborotando. El tío pedía silencio y, con las pestañas humedecidas de melancolía, huía, rastreando en lejanías las coordenadas de su fracaso.
Una radio cuyo alcance no tiene fronteras, capaz de navegar por todos los océanos; un verdadero refugio para almas inquietas; un dispositivo contenido en un maletín de viajante en el que caben todos los mundos. Un ingenio capaz de mimar el alma, igual que un libro.
Suerte y un abrazo, María
Efectivamente, Ángel, esas radios eran un universo y un refugio sutil y maravilloso.
Abrazos
Qué precioso, María. Hay mucha belleza en el fondo y en la forma de este relato.
Gracias Luz Leira. Me complace que te haya parecido bello. La radio da para mucho.
Abrazos.
Preciosa la prosa y preciosa esa historia que de bien escrita te transporta sin que te des cuenta. Mucha suerte 🙂
Un alago muy grande viniendo de tu pluma.
Feliz Año y salud.
Caramba, no era de inundar sino de Halago.
Profundo y bordado.
Hermoso relato, con una prosa impecable, sobre una radio-maletín que, en realidad contenía el alma del dueño.
Enhorabuena.
Mundo bello y enigmático en el que nos sumerge tu radio. Historia que huele a mar, repleta de frases preciosas que, con tu permiso, me anoto en la libreta.
Mucha suerte María.
Ton.
Mi querido Juan, se nota por tus escritos que eres una persona que anda rondando mucho el mar y sus ensueños.
Un feliz año y buena salud.
Una historia mágica, como la radio, y la pluma de la autora
Felicitaciones, María
Edita, Ezequiel, Tom y Mª Jesús. Mil gracias por acercarse a comentar.
de manera tan preciosa.
Feliz año y salud para los cuatro.
Muy bonito, mágico, original, me gusta. Suerte
Precioso sentido le has dado a ese maletín lleno de mundo interior. Una caja de ondas, música, melancolía y evasión.
Me encanta María. Suerte y un beso.
MªBelén y Manuel
Bueno es que es les guste. Así vale la pena escribir.
Felicidades
María, me ha parecido fantastico el relato, lleno de magia. Una caja preciosa que te transporta a otra dimensión.
Suerte y abrazo
Precioso relato.
Si fuera posible, le daría al tío del relato una brújula para que pudiera encontrarse bien, a cambio de que me dejara asistir a una de esas veladas sabatinas.
Bellísimo relato, María.
Que bonito, y qué emotivo. Me ha encantado. Te deseo mucha suerte
Es una prosa preciosa. Que tengas suerte en las próximas selecciones.
Historia por un lado de una nostalgia y por otro de una frustración, vestida con unas frases realmente cuidadas que a mí, al menos, me han hecho recordar las sensaciones que me provocaban ciertas lecturas de mi infancia, cuando el despertar de la imaginación me llevaba a crear mundos asombrosos. Me ha encantado lo de «voces babélicas». Besos y suerte.
Qué hermoso relato, María. Destila sensibilidad.
Suerte y un abrazo.
Un hermoso relato enriquecido por un sinfín de detalles que te transportan a un mundo extraordinario. Estupendo final.
Enhorabuena y suerte, María.
Un abrazo.
Por los buenos comentarios, gracias a:Blanca, Margarita, Carles, Izascun, Lorenzo, Ana, Cristina y Enrique.
Muchos abrazos.
Hola, María.
Un micro con ese poso de nostalgia que te llega dentro. Un maletín-radio que le hace navegar hacia otros mundos.
La frase final me ha dado un pellizco dentro: «El tío pedía silencio y, con las pestañas humedecidas de melancolía, huía, rastreando en lejanías las coordenadas de su fracaso».
Un abrazo y mucha suerte.
Te transporta y te envuelve en la nostalgia. Suerte.
Otra sorpresa que me llevo. Realmente es un relato nostálgico de una época en el que la radio transmitía morriñas, como hoy. La emigración es muy dura. Me han gustados algunas ideas, como el intercambio con el capitán, la descripción de la radio universal, u las voces babélicas (me encanta). El final, el fracaso (falta de trabajo, perder una guerra, tantas cosas). Oro relato que creo que estará en el libro (no he leído todo). Felicidades de todas las maneras, y cada vez me lo ponéis más difícil.
Towanda, Rosa y Javier. Gracias en este día de más que nos da este año.
Felicidades y buen tiempo.
Cuanta poesía y cuanta magia cabe en una pequeña radio. Todo un mundo de imaginación y belleza en tu relato. ¡Quien tuviera una radio así¡
Espero que te lleve la noticia de un premio. Abrazo.
Hola, María.
Es un relato el tuyo, sobre bien, tremendamente bien escrito: salta a la vista por sus cuatro costados, que nos centra en la radio y en ese tío. Una y otro, descritos como tú lo haces, como tú consigues hacerlo, eleva a ambos a una categoría desacostumbrada, excelsa, inmensa. Y en medio el contrapunto de los más jóvenes difuminando otras nostalgias.
Lo no contado y solo sugerido lo redondea y viene a convertirlo en un breve texto gigante. Buen tiempo, como dices tú. La suerte no la necesitas.
Besos.