Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

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05. CADA DOMINGO (Ángel Saiz Mora)

Desde que he llegado me dedico a plegar en mil dobleces mis manuscritos. Desecho firmarlos, no es necesario. Los introduzco por una grieta de la lápida.
Desde el cementerio me dirijo a un hospital con enfermos de edad avanzada. Descartada toda desgana, por la tarde acudo a una residencia. Busco ancianos solitarios, descatalogados por el desprecio de sus familiares, que no les visitan ni en día de fiesta.
Desde mi corazón destilo palabras y comprensión hacia ellos. Recibir su gratitud me satisface, aunque no lo suficiente para deshacer remordimientos.
Desde que regreso a casa he de enfrentarme al desasosiego culpable. Maldigo las horas en las que no quise responder a las llamadas telefónicas de mi padre, tras una discusión llena de descalificaciones injustas por mi parte. No podía saber que él iba a fallecer de repente esa noche, sin reconciliación ni despedidas.
Desde que comparto mis jornadas festivas con quien necesita compañía soy mejor persona. Quien tanto me dio, hasta después de muerto parece desvivirse por mostrarme el camino correcto.
No desisto de escribir una y otra vez todo lo que hubiera querido decirle en papeles como este, que uniré a sus restos dentro de una semana.

37 Responses

  1. Ana Alcocer

    Un relato lleno de realidad, suele pasar que al viejo de enfrente le disculpamos todo porque sólo vemos su vejez, en cambio cuando es nuestro «viejo», con el que convivimos a diario, por encima de su vejez está nuestro conocimiento de la persona y ver como tu vida cambia de un día para otro privándonos en gran parte de nuestra independencia. En fin.. lo mejor de todo es que la vida es cíclica y todos vivimos las mismas situaciones antes o después. Tu protagonista intenta redimirse pero debería perdonarse también.
    Un saludo Ángel

    1. Ángel Saiz Mora

      Una vez escuché a una señora decir algo así como que de visita somos todos muy majos, pero luego el día a día es otra cosa. Hacerse mayor implica muchos condicionantes, que no todo el mundo, allegados incluidos, están dispuestos a asumir. La vida es corta, nunca se nos debería de olvidar. Debemos apurar cada minuto y disfrutarla y, si es posible, sin ataduras innecesarias, pero sin olvidar tampoco a aquellos que nos necesitan, teniendo presente también que algún día, probablemente, estaremos en su misma situación. En cuanto a los enfados, lo de respirar diez veces lo sabemos todos, pero no lo hacemos, luego viene el dichoso orgullo. En cuanto a este protagonista, tienes razón, debería perdonarse.
      Muchas gracias, Ana. Un saludo

  2. Fernando Garcia del Carrizo

    Interesante relato Angel sobre la culpa, el remordimiento y las oportunidades perdidas. Coincido que a veces a los que mas queremos es a los que peor tratamos o en los que vertemos nuestros enfados o frustraciones.
    Me gusta especialmente la frase » hasta despues de muerto parace desvivirse…»
    No termino de entender la frase final de en una semana unir esas cartas o papeles con sus restos. No estaba introduciendolos de hecho en su tumba?Por que en una semana? Acaso ha pensado en suicidarse y los enterraran juntos?
    Un saludo y suerte

    1. Ángel Saiz Mora

      La realidad está llena de contrastes, efectivamente, hasta el punto de que una persona, llevada por los lazos profundos que le unen a otra, sea capaz en la práctica de desvivirse por ella influyendo positivamente en su conducta, hasta cuando la vida que conocemos se le ha terminado. Las últimas líneas enlazan con las del principio y el título, cada domingo introduce en la lápida todas las palabras pasadas a papel que hubiera querido decirle durante la semana, en un bucle de remordimiento y comunicación infinito, incluido este mismo relato. Gracias por leer, Fernando. Un abrazo

  3. Hola, Ángel, tu escrito me ha dejado pensativa. Creo que, aunque hayas intentado estar a la altura en la atención a los padres, sobre todo cuando envejecen y enferman, siempre te queda la duda de si podrías haber hecho más. Así que entiendo perfectamente el desasosiego del protagonista al sentirse culpable por haber mantenido ese silencio con su padre, dejándose llevar por la ira y el orgullo, no pudiendo ahora reconciliarse con él por haber fallecido repentinamente. De todas formas, el que dedique a los ancianos enfermos el domingo de cada semana, está muy bien. Es verdad que no le va a quitar del todo el remordimiento que siente, pero seguro que le sirve de consuelo y, de algún modo, para que pueda llegar a perdonarse. Muy visual lo de introducir los manuscritos en la lápida en un intento de llenar ese silencio que nunca debió existir. Interesantísimo el tema que nos traes. Felicidades, un abrazo y suerte.

    1. Ángel Saiz Mora

      El sentimiento profundo de culpa quizá nunca pueda erradicarse del todo si la persona con la que se podría sanar ha desaparecido físicamente. Como no hay mal que por bien no venga, las buenas acciones durante ese tiempo de duelo culpable algo le alivian, son desahogo. Me alegra que esta pequeña historia sea de tu interés. Muchas gracias y un abrazo, Juana.

      1. Pablo Cavero

        Un hijo atormentado por la culpa, de ese momento formas de despedirse de su padre. Y que acude con mayores en soledad, tan real y en aumento. Muy sentimental y como siempre magistralmente narrado.
        Suerte con él, Ángel. Un abrazo.

        1. Ángel Saiz Mora

          «Atormentado por la culpa» son tres pslabras que definen bien al personaje. El problema no es equivocarse, dejarse llevar por un mal momento, lo malo viene cuando apaciguados los ímpetus ya no se le puede poner remedio. Muchas gracias, Pablo. Un abrazo

  4. Jorge Zas

    El abandono de los mayores es una de las lamentables características de nuestra época en la que el concepto de familia ha ido cambiando y cada vez incluye menos a los abuelos. En el caso de tu protagonista hay un quiebre de la relación como consecuencia de una discusión fuerte, pero en la mayoría de los casos no hay discusiones sino un alejamiento paulatino, los jóvenes entran en la vorágine de sus vidas y dejan de lado a los mayores. Tendríamos que volver a aprender lo que olvidamos, o por lo menos, imitar a culturas como la japonesa.
    Enhorabuena Ángel por un micro que nos hace pensar y nos muestra que siempre podemos tratar de compensar lo que no hicimos bien dedicándonos a ayudar a quienes lo necesitan.
    Un abrazo y ¡Suerte!

    1. Ángel Saiz Mora

      Como dice Serrat: «A los viejos se los aparta después de habernos servido bien». La vorágine de una sociedad rápida e implacable los expulsa, una extraña amnesia hace que olvidemos lo que nos dieron, que algún día también seremos viejos y que tienen mucho que enseñarnos. Gracias por tu lectura y tus palabras, Jorge. Un abrazo

  5. Aurora

    Un relato conmovedor, Angel.
    Si ya es difícil superar la pérdida de un ser querido (muy difícil), imagino que si a ese duelo se añaden sentimientos de culpa o remordimientos debe ser terrible.
    Es un consuelo para el protagonista todo lo que hace,parece que el padre después de fallecer, aún le brinda lecciones de vida.
    Desde luego, consigues que se haga un silencio para pensar después de leer tu texto, ¡está genial!
    Abrazo

  6. Ángel Saiz Mora

    Hay quien está convencido de que las personas que nos quisieron y con las que mantuvimos fuertes vínculos velan por nosotros hasta desde el más allá. Si esta pequeña historia hace pensar un poco ya me doy por satisfecho. Muchas gracias y un abrazo, Aurora.

  7. Un relato estupendo, Ángel con una estructura llamativa «Desde» el principio hasta el final. Frases que indican origen de la acción o del sentimiento y que van contando un proceso prácticamente circular que se repite cada semana, casi como una liturgia para acallar o suavizar esa desazón que a tonos nos queda cuando alguien querido se nos va. Remordimientos, peticiones, lo no dicho, lo que nos gustaría compartir, lo que echamos de menos: tantas y tantas cosas que en ocasiones se mueven en nuestro pensamiento y que tu protagonista escribe y deposita, cada domingo, en la tumba. Preciosa idea, Ángel, y bien armada. Suerte y un abrazo.

    1. Ángel Saiz Mora

      Sabes muy bien que la escritura tiene algo de proceso misterioso e imprevisible. Esos «Desde» fueron surgiendo un poco por casualidad, pero creo que luego han aportado sentido. Nunca nos acostumbraremos a algo tan natural como la muerte, tanto menos cuanto más de cerca la vivimos. Muchas gracias por tus palabras y tu análisis. Un abrazo, Rafael

  8. Francisco Javier Igarreta

    Por mucho que sea un deber, admiro profundamente a los que se desviven por cuidar a sus mayores, creo que tienen un mérito enorme. Precisamente por eso creo que, en cierta manera se puede disculpar a quienes, por diversas causas, no están a la altura. Lo de ir metiendo el parte de sus logros en la lápida, me parece profundamente sanador. Además, quién sabe?
    Magnífico relato, Ángel. Un abrazo y suerte.

    1. Ángel Saiz Mora

      Dedicar tiempo y comprensión a quienes parece que ya van dejando de contar en la rueda frenética en la que vivimos es digno de elogio y dice mucho de ellos. Algunas personas están convencidas de permanecer en contacto con los seres queridos que se fueron, cada cual a su manera. Como bien dices: «¿Quién sabe?».
      Muchas gracias, Francisco Javier. Otro abrazo para ti

  9. Puri Rodríguez

    Bello tu relato, como siempre. Y duro tu relato, como casi siempre. Solo me consolaría saber que todo él es pura ficción. Un abrazo,querido amigo.

  10. Ángel Saiz Mora

    Si nos paramos a pensar, posiblemente nos demos cuenta de que podríamos haber dicho o hecho algo más por algunas personas, es una sensación, creo, bastante general e inevitable. Hecha esta salvedad, se trata de una historia ficticia, si.
    Gracias, Puri. Un abrazo.

  11. Un hijo arrepentido de la poca atención que le prestó a su padre mientras vivía. Ahora es demasiado tarde para él, pero intenta aliviar su culpa volcándose con los que más lo necesitan. Cada párrafo empieza con «desde», como una letanía o una penitencia que repite cada semana. Un gran relato para una dolorosa realidad. Un abrazo y mucha suerte, Ángel.

    1. Ángel Saiz Mora

      Su vida ha entrado en un bucle «desde» la muerte de su padre, que le ha llenado de tristeza y, en parte, remordimientos, porque las últimas palabras que se cruzaron fueron en forma de discusión. Puede que el tiempo le alivie o hasta le cure, pero de momento sufre y trata de sanar con esta terapia mientras dure, como dices, «una dolorosa realidad» que ya no podrá cambiar.
      Muchas gracias, Pilar. un abrazo

  12. CALAMANDA NEVADO CERRO

    Hola Angel, es muy emotiva tu historia, cargade de imagenes que cualquiera puede hacer suyas en algún momento de su relación con sus seres queridos. El día a día, con sus prisas, quita oportunidades de dialogo y encuentros.
    Ayudar siempre es satisfactorio y merece la pena.
    Suerte y abrazos.

    1. Ángel Saiz Mora

      De acuerdo del todo con tus palabras. Como bien dices, la vida siempre apresurada que llevamos va en contra de la verdadera comunicación. Ayudar es beneficioso para quien lo recibe pero no menos para quien lo ofrece.
      Muchas gracias y un abrazo, Calamanda

  13. Barceló Martínez

    Hola, Ángel.
    Tocas en este relato, de la calidad a la que nos tienes acostumbrados, el tema del arrepentimiento. No sé que extraña razón lleva a pensar que el tiempo no trascurre y que siempre habrá un momento para enmendar aquello que hacemos mal, hasta que un acontecimiento irreversible acude a enseñar una lección básica: No dejes para mañana «el cariño que puedas repartir» hoy.
    El protagonista no podrá enmendar su error por mucho que trate de compensarlo, pero por lo menos hay beneficiados colaterales que le ayudan a expiar culpas, aunque seguramente el padre, desde donde esté, no le guardará ningún rencor.
    Un afectuoso saludo, querido tocayo.

    1. Ángel Saiz Mora

      Como muy bien dices, a menudo actuamos como si fuésemos eternos, cuando es todo lo contrario y todo está en constante cambio. No habría que dejar de hacer nada por pereza ni mucho menos por egoísmo, fabricar excusas es bastante sencillo, pero es pura fachada que nada resuelve, solo enmascara. Cuando se hace lo que se debe siempre hay beneficiados, aunque sean «colaterales». Su padre, efectivamente, no solo no le guardaría rencor, sino que estaría orgulloso.
      Mil gracias por leer, tocayo. Un abrazo grande.

  14. Esperanza Tirado Jiménez

    Esos manuscritos plegados que ‘adornan’ dicen mucho de lo que le corroe.
    Me ha venido a la cabeza el Muro de las Lamentaciones y los papelitos doblados que se dejan allí (hoy más bien por turismo que por otra cosa, pero el caso es que allí siguen llegando).

    Esa culpa por no haber hecho, no haber dicho, esos ‘si hubiera sabido que…’ es terrible.
    Y es que nos callamos tantas cosas que cuando llega el momento es demasiado tarde.
    En algún pliegue encontrará su descanso de esa pena cuando regrese de hacer compañía a tanto solitario que habita en los asilos. Esa es otra pena, y bien grande.

    Preciosa historia, por cierto.

    Mucha suerte Ángel.
    Un abrazo

    1. Ángel Saiz Mora

      Muy bien traído ese símil del Muro de las Lamentaciones, a mí no se me había ocurrido, pero sí que puede tener algún paralelismo con esta pequeña historia, pues en ambos casos se trata de una comunicación más allá de los cauces habituales, de un mundo a otro. En el primer caso, sería más bien una oración con Dios; en el del relato, se trataría de mensajes dirigidos a una persona con quien quedaron pendientes cosas que decir. Como bien apuntas, no deberíamos callarnos nada, para evitar la posibilidad de arrepentirnos después de lo que no hemos dicho.
      Muchas gracias, Esperanza. Otro abrazo para ti.

  15. Ángel Saiz Mora

    Muy bien traído ese símil del Muro de las Lamentaciones, a mí no se me había ocurrido, pero sí que puede tener algún paralelismo con esta pequeña historia, pues en ambos casos se trata de una comunicación más allá de los cauces habituales, de un mundo a otro. En el primer caso, sería más bien una oración con Dios; en el del relato, se trataría de mensajes dirigidos a una persona con quien quedaron pendientes cosas que decir. Como bien apuntas, no deberíamos callarnos nada, para evitar la posibilidad de arrepentirnos después de lo que no hemos dicho.
    Muchas gracias, Esperanza. Otro abrazo para ti.

  16. Salvador Esteve

    Un remordimiento que sus buenas acciones intentan mitigar. Palabras que no serán baldías y se unirán a su padre para la eternidad. Un relato que nos hace reflexionar sobre la importancia de la comunicación y el cariño por encima de la disputa intrascendente y el orgullo. Muy bueno, Ángel. Un abrazo y suerte.

    1. Ángel Saiz Mora

      Si tras las disputas, por otra parte, usuales en toda convivencia, llega la natural reconciliación, no hay problema aparente, incluso pueden extraerse enseñanzas; sí puede haber problema cuando el tiempo, agotado, u otras circunstancias, hace imposible la enmienda.
      Agradezco mucho tu lectura y tu análisis, Salvador.
      Un abrazo.

  17. F. Javier Cano Santa Bárbara

    Gran relato, Ángel. Tu protagonista nos deja, con lo que dice y lo que hace, dando vueltas a la cabeza. Has creado un gran personaje. Muy duro, pero te ha quedado redondo, con ese «desde» que nos anuncia cada párrafo. Un fuerte abrazo

    1. Ángel Saiz Mora

      Creo que un relato puede conmover, hacer reír, o simplemente entretener. Si hace pensar un poco y esa esencia perdura en alguien, aunque sea durante un tiempo breve, ya me siento satisfecho.
      Gracias por tu lectura y tus palabras.
      Otro abrazo grande para ti, F. Javier

  18. Hola, Ángel. Como bien dicen los refranes que nos dio ENTC como disparadores sobre el tema del silencio, «La mejor palabra es siempre la que queda por decir», y «No toda distancia es ausencia ni todo silencio es olvido», porque si así lo fuera, este hombre no le escribiría a su padre todas esas mejores palabras que pudo haberle dicho y le quedaron por decir, y porque si toda distancia fuera ausencia y todo silencio olvido, él no se acercaría todas las semanas al cementerio a meter sus manuscritos anónimos en la grieta de su lápida…
    En cuando a lo de «anónimos», creo que no los firma porque sabe que de uno u otro modo su padre sabe que son de él, que él los escribió, y por eso lo anima desde el más allá (o más acá, según la percepción del hijo) a tratar de enmendar con buenas actitudes hacia otros mayores las malas actitudes que tuvo con su padre cuando él vivía… ¡Ay, creo que ya me embarullé con tanta explicación, jaja, pero no dudo de que vos me entendés!😄

    Una historia que tiene, de principio a fin, el remordimiento manuscrito.

    Cariños,
    Mariángeles😇😇

    1. Ángel Saiz Mora

      La palabra es un arma poderosa, puede tener fuerza y sentido hasta cuando no está claro si le va a llegar a un posible lector o remitente, hasta cuando puede parecer un ejercicio inútil, porque nunca es en vano. El hecho de escribir, como bien sabes, ya es un desahogo, un vaciado necesario del alma por parte de quien empuña la pluma. De una manera o de otra lo escrito tiene vocación de permanencia, supera lo circunstancial o momentáneo. Con esta terapia el protagonista puede que vaya sanando poco a poco y, como apuntas, quién puede negar que los mensajes le llegan a su padre.
      Mil gracias por tu lectura y tu análisis, Mariángeles.
      Un abrazo

  19. Josep Maria Arnau

    Un relato duro y emotivo, Ángel. Muestras de una manera descarnada, y a la vez con gran sensibilidad, cómo puede llegar a atormentar la culpa y el poder sanador de hacer el bien. Sus significados impactan y perduran. Enhorabuena.

    Un abrazo y suerte.

    1. Ángel Saiz Mora

      El problema de la culpa es cuando no admite consuelo o resarcimiento, una alternativa, una segunda oportunidad. No existe una realidad que permita menos cambios que la muerte. Volver atrás el reloj para hacer o decir lo que no se ha hecho o dicho no es posible. Sin embargo, sí se puede intentar como medicina curativa la aplicación de una autopenitencia, combinada con el paso del tiempo.
      Muy agradecido, Josep Maria. Otro abrazo para ti.

  20. Yolanda Nava Miguélez

    Un relato cargado de culpa y de la necesidad de expiarla. Por fortuna, el protagonista tiene intención de rectificar, tarde y a su manera, pero con buena voluntad.
    Muy buen relato, como siempre.
    Felices fiestas y suerte con él, amigo.

    1. Ángel Saiz Mora

      Esperemos que, antes o después, sea capaz de quitarse esa carga de encima. Al menos, está sirviendo para que haga buenas acciones.
      Muy agradecido por tu lectura y tus palabras y felices fiestas, Yolanda

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