51. Calle Ítaca, s/n
Viene a mí nada más verme entrar y me abraza. Ya le he contado por teléfono la odisea que he sufrido para volver. Sé que está feliz porque al menos he llegado sano y salvo, pero es evidente que este no ha sido mi mejor atraco. El tipo de la joyería llamó a la poli en mis narices, obligándome a salir de allí a la desesperada. Destrocé el coche en mi huida y tuve que robar una moto que al poco dejó también de funcionar. He utilizado luego cuatro líneas de metro y otras tantas de bus para despistar a mis perseguidores, hasta llegar al barrio tras dar la vuelta entera a la ciudad.
Dejo el miserable aunque costoso botín en el suelo, me lavo un poco y nos sentamos a cenar. Le digo que las croquetas están muy buenas. Ella me explica que son fruto de la prolongada espera, cambios caprichosos propios de la inquietud, pues hace unas horas eran ropa vieja, y antes de eso, restos del cocido de ayer. Comemos hablando de trivialidades y riendo por tonterías, brindando una y otra vez por cosas que nunca tendremos, ignorando el cada vez más cercano ruido de sirenas.
Como en casa en ningún sitio, pero no solo como lugar físico, sino como hogar compartido, ese que no se puede cambiar por nada, porque no hay nada mejor. Este Ulises moderno, o peculiar Odiseo actual, no ha tenido su mejor día y le ha costado una odisea volver a casa, aun sin guerra de Troya u océano de por medio. La paciente, fiel y comprensiva espera de Penélope ha merecido la pena. Hasta ahí todo podría concordar con el espíritu de la obra de Homero, salvo por esas sirenas que, al contrario que en la aventura original, parece que no ha podido dejar atrás.
Original y bien pensado este camino hasta Ítaca, acorde con la calidad a la que nos tienes acostumbrados y la garantía de una buena lectura.
Un abrazo de verano y suerte, Enrique
Muchas gracias por todo, Ángel. Sinceramente, no sé cómo fue saliendo esta historia, sólo que partió de una idea antigua bastante corta y que luego, al desarrollarla, han ido saliendo cosas que incluso han cambiado el sentido de la idea original. Me alegra lo bueno que dices sobre ella y me conmueve tu esfuerzo por intentar que todo tenga ese sentido que las referencias apuntan. El caso es que siempre consigues con tu comentario que la propuesta mejore incluso para el autor. Me encanta esa descripción que haces del hogar, de uno en el que hay un amor compartido implícito. Te mando un abrazo fuerte de verano, aunque lo que más me gustaría es una charla larga contigo con unas cervezas de por medio. Gracias de nuevo, amigo.
Jajaja Enrique «Atraco a las tres», me encanta esa mirada cotidiana y doméstica del atracador en el seno de sufamilia de un día cualquiera y me divierte ese surrealismo que puede estar muy cerca de lo que podría ser, si el cine americano lo permite, un atraco a la española, con sus croquetas y su ropa vieja y esa espera de la pareja que crea mejores sabores a cada minuto de inquietud, muy bueno, suerte.
Muchas gracias, Manuel. Este atracador de medio pelo parece ser más afortunado en el amor que en el robo. Me gusta mucho que hayas visto ese aire cotidiano y «de aquí». Me los imaginé desde el principio viviendo en el extrarradio de cualquier ciudad de las nuestras y así han salido. Un abrazo y gracias de nuevo.
Son los detalles, numerosos y estupendamente pincelados los que ponen en valor esta conseguida historia, Enrique. Desde el mísero botín y el ajetreo para despistar a los polis, hasta la intrahistoria de la cena, esa concatenación de reconversiones tan divertida. Me ha gustado mucho, mucha suerte para ti relato. Ojalá esas sirenas busquen a un vecino… Este caco me ha caído muy bien.
Un abrazo
Es verdad que uno quisiera mejor suerte para esta pareja. Las cosas no parecen irle muy bien y eso no siempre depende de la voluntad de uno. Se me ocurren muchos a los que la policía podía estar buscando en su lugar, pero esos no viven en un barrio como el de ellos. Me alegran todas esas cosas buenas que me dices del relato, Paloma. Muchas gracias por todo y un abrazo.
Hola Enrique:
Genial y muy bien trabajado ese paralelismo con la Ilíada. Ulises, las sirenas, la vuelta a casa…
A veces la mejor salida es no caminar o, mejor dicho, quedarse en casita.
En la antigüedad el «hogar» era solo eso: la cocina. Comer alrededor del fuego con las personas que te quieren. Qué mejor camino, jeje.
Un saludo y enhorabuena
Muchas gracias por tu buena lectura y tus generosas palabras. Estoy de acuerdo contigo. Eso de estar en el hogar, a buen cobijo y rodeado de los tuyos, habrá sido siempre muy gratificante para el hombre, del mismo modo que habrá sido motivo de dolorosa añoranza el verse en peligro y lejos de él. Curiosamente esos dos sentimientos estaban en mi personaje mientras escribía el relato. Un afectuoso saludo, Alberto.
Imposible expresar lo mucho que me ha gustado este «aggiornamiento» de La Odisea a los tiempos actuales, donde Ulises no es un guerrero sino alguien que se toma su «oficio» de ladrón como un trabajo más, y Penélope, esa mujer que lo espera y desespera, y en ese (des)esperar se las arregla para esperarlo con la cena preparada… Ambos cenan y hablan como si nada, como si no oyeran esas sirenas ululantes que se acercan, que de mitológicas no tienen nada…
Excelente micro, Enrique.
Besos😘😘😇😇
Muchas gracias, Mariángeles. Yo tampoco podría expresar lo mucho que me alegra tu comentario. Mi inseguridad con los relatos se agudiza en el momento de publicarlos, por lo que reacciones así son muy estimulantes para mí. Se dice que en los clásicos está recogido todo lo concerniente a la naturaleza humana, y creo que el sentir de esos dos personajes del poema estará presente a menudo en muchos de nosotros. Me parece muy bonita la palabra «aggiornamiento» (no la conocía). Muchas gracias de nuevo por todo y besos.
Pero qué que magnífico relato y qué excelentes réplicas y contrarréplicas. Ha sido un verdadero placer leeros.
Saludos a todos y mis felicitaciones para ti, Enrique Mochón.
Nos leemos
Para mí lo mejor, y más inesperado, de esta afición ha sido está posibilidad que te da de conocer a toda esta gente tan interesante y poder compartir tantas cosas con ella. Muchas gracias, Isabel Cristina. Me alegra todo lo que dices, incluida tu opinión sobre el relato. Nos leemos. Un abrazo.
Relatazo, Henry. Con esa maestría y fluidez que caracterizan tus escritos nos presentas una nueva Odisea en la que el protagonista me recuerda, sobre todo cuando está en su casa con su mujer, a ese ladrón inolvidable que vive en el tercero izquierda de la 13 Rue del Percebe (sirva esta reseña también como homenaje al gran Ibáñez).
No es nada fácil conseguir ese estilo que recorre el relato lleno de sencillez y aciertos continuos, con un final para enmarcar.
Enhorabuena por haberlo escrito y por seguir en tu línea.
Abrazo, crack.
Muchas gracias, Paul. Ya sé que me lees siempre con buenos ojos, pero tú sí que eres un maestro en eso de escribir con fluidez, sencillez y acierto. Me gusta esa relación que has encontrado entre mi personaje y el de Ibáñez, tanto que de buenas ganas le cambiaba el título al relato. Me uno en cualquier caso a ese homenaje al gran genio. Otro abrazo para ti, amigo.
Muy bueno. Me gusta desde el título y me sorprende el final.
Un abrazo.
Muchas gracias, María. Me dices mucho con poco y me alegra todo.
Nos leemos. Un abrazo.
Enhorabuena, me encanta cómo has enlazado una obra mítica con el tema propuesto.
Magistral!
Muchas gracias, Yolanda. Ni sé por qué se me ocurrió esta mezcla de historias. Me alegra mucho que te haya gustado. Un abrazo. Nos leemos.