Cambiaré ayer
Recuerdo como, dentro de dos meses, te golpeo con la sartén de hierro en la cabeza. La discusión ha sido tonta, pero me he vuelto a descontrolar.
No han visto nada en tu cuerpo que indique una posible pelea. Yo he dicho que te has caído al suelo tras un desmayo.
Recuerdo que dentro de dos meses menos un día, los médicos me dicen que estás en uno de esos comas con desenlace imprevisible.
Recuerdo que hace cincuenta y nueve días comencé a pensar que nunca huyes de la verdad. En ella yo estoy encarcelado y pierdo a Rocío para siempre. Y aunque te quiero con locura, sin ella el tiempo se rellena de escombros.
Recuerdo que, a causa del timbre del teléfono, dentro de tres minutos mis manos tiemblan mientras ya he puesto la mantequilla en la tostada. Esta cae al suelo en la posición panza arriba. Creo que eso no lo ha visto ningún ser humano. Tras este hecho inconcebible, solo pueden ser muy buenas noticias del hospital, por más que eso sea un auténtico imposible.