75. Caminos bifurcados (Blanca Oteiza)
El reloj marca las doce del mediodía. El tren llega con retraso. Pero qué son unos minutos en el cómputo de una vida. Desde el andén busco un rostro que me resulte familiar. Nos reconocemos desde el instante en que nuestras miradas se encuentran.
En el hogar hallo a una mujer surcada por los años. Tantas veces la imaginé, que me resulta extraño el momento. Hablamos, al aroma de café, de su juventud, de los mozos que llegaban a las fiestas del pueblo, de su embarazo, de la separación más dura de su vida. Su otra hija nos encuentra bañadas en lágrimas, cogidas de la mano. De camino a la estación me cuenta que a madre le quedan pocas semanas de vida. Le pidió poder reconciliarse con la vida, contemplando de nuevo aquel rostro que vio una madrugada fría antes de entregarlo a otros brazos. Hasta hace unos días ignoraba la presencia de una hermana en mi vida, y de otra madre a la que estaba acostumbrada.
Nos despedimos hasta el próximo tren de las doce. Tan sólo unos kilómetros nos separan físicamente, aunque la distancia estos años haya sido enorme. Espero el tiempo nos conceda el suficiente para acortarla.
Dicen que hay trenes que solo pasan una vez, en el sentido de oportunidades, pero a veces la vida permite una segunda ocasión para cauterizar heridas que nunca debieran de haberse producido. Como se suele decir: más vale tarde que nunca.
Un relato sobre la familia, los reencuentros y la justicia de volver a encajar las piezas vitales en el lugar que les corresponde.
Un abrazo y suerte, Blanca
Muy buen micro, Blanca.
Mucha suerte
Un fuerte abrazo
Muchas gracias Francisco.
Un abrazo
Muchas gracias Ángel,
siempre bienvenidas tus palabras.
A veces, como dices, el tren pasa más de una vez.
Un abrazo