40. Campamento de verano
Supongo que Babel se parecería a este lugar. Si pudierais escuchar sus sonidos… Es como si decenas de pájaros de especies diferentes cantasen a la vez. Y yo me esfuerzo por practicar. No penséis que no valoro todo lo que os ha costado enviarme aquí. Para aprender otros idiomas, imagino que toco mi flauta travesera e invento partituras con las palabras que voy apresando. Cada vez son más, como mis amigos. Estoy seguro de que nunca pasaré un verano igual. Por eso he agrandado mis pupilas; así guardo sus rostros uno a uno. No quiero olvidarlos.
Después de casi un mes de campamento, ya tengo listo el equipo de escalada. He entrenado a fondo y soy un gran deportista. Sé que lo conseguiré, pero tengo miedo. Algunos compañeros han fracasado en otras ocasiones y me han hablado de las dificultades. Dicen que el mayor peligro no es alcanzar la cima, sino el descenso por la cara opuesta. También me han advertido que la victoria implica una tremenda humillación. Porque, al otro lado de la valla, nadie recordará mi nombre y todos me llamarán MENA.
Vuestro hijo, que os quiere, Abdou.
La última palabra de tu relato, con solo cuatro letras, simboliza uno de los mayores estigmas de esta sociedad, egoísta e insolidaria, que desprecia, cuando no teme sin motivo y persigue, a quienes han tenido menos suerte y solo intentan, humanamente, sobrevivir, tratando de pasar a un lado del mundo en el que siempre serán extranjeros, pero en el nivel más bajo de la clasificación, con muy escasas posibilidades de progresar.
La época veraniega que para algunos jóvenes supone solaz y recreo, para otros conlleva sacrificio, riesgo y una cruel incertidumbre, al tiempo que buscan a la desesperada una quimera. Ya sabemos que «campamento» tiene varias acepciones, no todas festivas
Un abrazo y suerte, María
Todo esto que dices me hace pensar en un mundo distópico. Pero es el mundo real en el que vivimos.
Como siempre, muchas gracias por tu comentario
Otro abrazo para tí, Ángel.
Jo, María. Es fantástico tu relato. Tan bien construido y sin trampa ni cartón. La dura realidad que golpea en pleno rostro. Muchos besos y enhorabuena. Gracias por compartirlo
Gracias a tí por tus palabras. Qué ilusión!
Un beso.
Sólo quiero felicitarte por tu micro que me parece excelente, todo lo demás que pudiera y quisiera decirte ya lo ha hecho Ángel de una forma tan completa y maravillosa como tu propio relato. Mi enhorabuena.
Nos haces imaginar un campamento idílico para luego darnos de bruces con la terrible realidad de esos niños y niñas que acaban despersonalizados tras unas siglas.
Como siempre, genial.
Isabel, muchas gracias por tu comentario. La verdad es que es un relato muy muy real. Ojalá que fuera pura fantasía.
Un abrazo
Cuánta razón tienes, Rosalía. Qué doloroso perder la identidad para formar parte de una masa bautizada con unas siglas.
Muchas gracias por tu comentario y un abrazo.