Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

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65. Cartel: «Déjale unas monedillas»

No tenía nombre, simplemente era la taberna. De haberlo poseído, “Del silencio” le hubiera acoplado estupendamente.

Allí no se hablaba, ni para pedir. Entrabas e inmediatamente tenías lo tuyo delante.

Para ser exactos, solo se podía escuchar un leve susurro de los que se sentaban en el suelo junto a Donato y aproximaban su boca a su oreja.

Él siempre estaba allí en su “sin estar”, como un ovillo sobre las tablas del suelo y ese serrín que le mantenía seco.

Yo estuve un tiempo con ganas de partirles las costillas a patadas a esos estúpidos. Por no ir al cura a confesarse y tener su penitencia, se desahogaban así.

Sabía que me vendría bien destrozarles la jeta, que eso sacaría mi negrura interior y me relajaría el alma. Pero algo me incapacitaba la acción.

Aquel día en que solo con la mirada fui pidiendo ron en exceso, me acerqué a ese pobre hombre, con el orgullo de la diversión y la burla.

Tengo suerte de que a nadie le importe lo que haga, porque lo que sentí fue una liberación impensable.

Ahora en cuanto llego, pido turno con gestos. A veces se me ha adelantado hasta el párroco.

6 Responses

  1. Ángel Saiz Mora

    Hay dos cosas ciertas: En ocasiones necesitamos desahogarnos y hay gente que sabe escuchar. Otra cosa es que ese desahogo implique violencia, y que todo lo reciba un pobre hombre que todo lo soporta.
    Curioso bar y curiosos personajes, que hacen de este relato algo diferente.
    Un abrazo y suerte, Javier

  2. Isabel Cristina Fernández Sánchez

    Hay frases de tu micro que me han atrapado a hacer una segunda lectura; aquello de que «era simplemente la taberna», «estaba allí en su sin estar» o «eso sacaría mi negrura» me parecen muy-muy acertadas y bien elegidas. Para rematar y mantener ese ambiente lo llenas de ron y ya has conseguido que todos se contagien.
    Te felicito.
    Nos leemos.

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