37. CLARIDAD MERIDIANA
Sobre por qué se produjo la inestabilidad en el universo hay opiniones encontradas. Unos dicen que todo empezó tras el eclipse, otros lo achacan a planes maliciosos del gobierno norteamericano y la mayoría piensan que todo esto se veía venir.
Ayer, sin ir más lejos, en la catedral una señora recibió un golpe fatal de Gracia Plena. Su rostro dibujaba un rictus de felicidad contagiosa. Hoy un hombre amaneció ahogado en Luz Pura. Me han contado que falleció mientras meditaba y que al abrirle para practicarle la autopsia el forense quedó cegado por un resplandor blanco.
En el Ayuntamiento a un concejal le consumió el cerebro un discurso lleno de palabras huecas. El vecino, que es médico, ha sufrido un colapso fatal tras intentar aplicar sutura en su alma y mi amigo de la infancia, en un pronto, devoró su memoria a dentelladas hasta desparecer.
Camino de casa los peces cantan gregoriano en el estanque, mientras mi teléfono llama insistentemente al abogado de oficio porque piensa que está encarcelado sin causa justificada.
Esta noche he querido refugiarme en la biblioteca del barrio pero Bertrand Russel y Aristóteles no dejan de escribir y recitar poemas espantosos que no me dejan dormir.
Opiniones encontradas habrá, pero en ocasiones esa claridad meridiana es la justa, la necesaria para ver y descubrir lo surrealista que se nos ha vuelto el mundo…
Me ha encantado el micro, y sobre todo esos peces cantando gregoriano en el estanque…
¡Felicidades, MANUEL!
Un saludo desde Neuquén, Patagonia Argentina,
Mariángeles
Todo tiene un motivo, ha de suceder por alguna causa, aunque a veces sea incomprensible o se nos escape del todo, pero la curiosidad humana siempre tratará de buscar explicaciones. Si no existen pruebas, se recurre a la especulación, como ocurre al principio de tu relato, en el que la luz parece haberse adueñado de la realidad para campear a sus anchas, ocasionando más de un estrago no menos enigmático. Sin embargo, a lo largo del mismo y hasta el final, el lector tal vez comprende que lo mejor es aceptar los acontecimientos como vienen cuando no se puede hacer otra cosa, tratar de convivir con ellos aunque todo se haya vuelto un tanto surrealista, como nos sucede ahora con el dichoso virus. No queda otra. Cuando todo está oscuro esa puede ser, quizá, la única claridad. A alguna luz hemos de acogernos.
Un saludo y suerte, Manuel
Definitivamente, el mundo está cambiando a pasos agigantados. Tu relato, lleno de imaginación y de velocidad, ha cambiado la órbita, y no solo de la Tierra. También mis pupilas han virado y mi corazón ha intercambiado sus cavidades. Después de leer esto ¿cómo sabremos que estamos cuerdos?
Felicidad para ti y suerte.