110. Clausura
Sor Josefina Ndongo era la novicia más alegre del convento de la Piedad. Sus trinos y arpegios luminosos reverberaban en las columnas salomónicas de la capilla. Solo la madre superiora, atenta siempre a su rebaño, advertía que, tras las doradas rejas del coro, la tez oscura de la novicia viraba al amarillo canario mientras la cara y las manos se le iban cubriendo de plumas.
Si hay que creer que el amor mueve montañas, también puede ser cierto que la fe obra milagros. Si, según cuentan, las experiencias místicas han llegado a producir efectos físicos, como la aparición de estigmas similares a los de Cristo, o levitaciones, sería posible que una novicia se convirtiese en canario, viviendo como vive en una jaula de oro, un desenlace natural que completaría ese don privilegiado para el canto con el que ha nacido.
Un relato imaginativo, breve y certero, en el que lo insólito se asume como algo normal, solo la madre superiora percibe la transformación
Un abrazo y suerte, Elisa
Gracias, Ángel, es un placer recibir uno de tus generosos y detallados comentarios.
Me en-can-ta la imagen que me queda tras leer tu relato… Divina, nunca mejor dicho. ¡Suerte con él!
Saludos.
Muchas gracias, Nuria, a ver si hay suerte, ojalá.