57. Colisión de sentimientos (Salvador Esteve)
Cuando nació creyó escuchar en la distancia el lloro de otro niño. Los truenos acompasaban sus llantos, los rayos tejían a fuego una amistad indestructible. La tormenta de aquel verano de 1912 entrelazó sus vidas. Pero el tiempo incorporó un sentimiento más poderoso, cruel a veces, y el amor por la misma mujer los separó. Abrazó la pasión y perdió a un hermano.
La maldita guerra penetró a codazos en su universo, y los días iban cayendo como fichas de dominó hacia su destino.
Tras una batalla de sangre y barro deambula desorientado. A lo lejos, cruza la mirada con un soldado enemigo, los fusiles están desamparados de munición, pero las bayonetas claman muerte. Al aproximarse, su rostro muestra al amigo de antaño. Tras un instante de duda, arrojan las armas fundiéndose en un abrazo. Llora y da gracias al tiempo por haber aplacado su pesar, por haber adormecido su resentimiento. Pero nota el puñal en sus entrañas y siente rugir su alma.
—Puedo perdonar una guerra, pero María fue siempre mía.
Y mientras sus lágrimas se convierten en sangre y se abandona a la tierra, recuerda a su mujer y piensa que vale la pena morir por ella.
Desarrollas con intensidad los distintos grados desde la amistad hasta el odio, pasando por la guerra, y la reconciliación aparente hasta el broche final de un amor compartido por una mujer, que no se perdona.
Impresionante visión de rivalidad y sangre en un relato redondo.
Saludos virtuales.
Muchas gracias, Juan, por tus amables palabras. La mente y la razón todo lo puede perdonar, pero cuando el corazón, el amor y la pasión se inmiscuyen, el raciocinio, temeroso, se hace a un lado. Que tengas feliz verano en compañía de los tuyos. Un fuerte y caluroso abrazo.✍
La envidia ha sepultado a la razón, el rencor ha roto una amistad que nació de hierro. Muchas gracias, María Jesús, por tu comentario. Un abrazo y feliz verano.✍
Muy bueno, Salvador. Esos amigos de siempre y la separación impuesta por el honor y por la patria.
Uno puede pensar¿es que no hay más mujeres? ¿O más hombres? ¿Es que no bastaba con ir de fiesta juntos? Pues parece que las almas gemelas se descantan por la misma persona y. Sin querer, dejan de ser gemelas para convertirse en enemigos acérrimos. Lo más bonito es el abrazo que al principio fue sincero. Con eso me quedo.
Un abrazo amigo, Salvador. Feliz verano y feliz vida.
Quiero pensar que como la amistad no es un concepto maniqueista, algún poso de ese sentimiento guardará ese corazón lleno de rencor y celos. Muchas gracias por tu comentario, Mercedes, otro abrazo para ti y feliz verano.✍
Maravilloso relato, Salvador. Enhorabuena.
Muchas gracias, Rosalía. Un placer tu visita. Un abrazo y feliz verano.✍
Hola, Salvador, vaya relato tan intenso nos ofreces. Creo que en la frase «Puedo perdonar una guerra, pero María fue siempre mía» está la esencia de la historia. La fuerza irracional que nace de los celos tritura sin compasión cualquier otra emoción y sentimiento que se ponga en medio. En este caso, la amistad que parecía forjada a prueba de bomba, se vuelve traición en un instante. Y, por desgracia, esto ha pasado siempre y tiene todas las pintas de seguir sucediendo. Los humanos seguimos cojeando de lo mismo. Estupenda propuesta. Suerte y feliz verano. Un abrazo.
Sentimientos que se enfrentan en una guerra emocional. Muchas gracias, Juana, por tus palabras. Un abrazo de vuelta y feliz verano.✍