21 Comicios
La mole catedralicia se iluminó con un rayo cegador que marcó el inicio de una gran tormenta y dio un aspecto fantasmagórico a la imponente fachada, y un fuerte vendaval bajó de la montaña, con tal intensidad que hizo sonar las campanas, mecidas por el viento como si fueran de papel.
Fue tal la magnitud de la tormenta que todos salieron de sus casas y, a través de las empinadas calles de alrededor de la catedral, se acercaron a la plaza para ver lo que ocurría. Fue entonces cuando, entre el repicar de las campanas y el rugir del cielo, en la balaustrada, a ambos lados de la imagen de San Fernando, que espada en alto parecía dirigir el acto, parecieron un ángel negro y otro blanco:
—Si me seguís —dijo la voz albina—, os prometo una vida eterna y plena.
—Disfrutaréis de un sinfín de riquezas —replicó su contrincante— y el placer será vuestra única religión.
—Solo con mi ayuda obtendréis una vida mejor.
—Con mi victoria se acabará el sufrimiento. Vuestra felicidad es mi promesa.
Y así, alimentando deseos y esperanzas, siguieron durante horas y horas, pues ese día Dios autorizó que comenzara la campaña electoral.
En un ambiente medieval en el que hay espacio para la magia, introduces el tema del bien y el mal, el camino espinoso pero supuestamente correcto, frente al fácil y más atrayente, pero menos ético. Todo tiene sus pros y sus contras, por supuesto, descritos en esa breve y aclaratoria exposición de motivos con forma de diálogo. Ganar adeptos para cada causa requiere de muchas palabras y de un proceso establecido en las democracias, en este caso, permitido por Dios, que deja a sus pupilos, uno caído y otro sin caer, que ofrezcan a los mortales todas las posibilidades y que ellos, libremente, elijan.
Un relato divertido y original, Ezequiel. Un abrazo
De rabiosa actualidad.
Efectivamente, Ángel, para hablar de estos temas hacen falta más palabras y, para entenderlos, muchas más.
Gracias por tu comentario.
Así es, Edita, la rabiosa actualidad que hace que cada día muchos vivan a costa de los demás.
Podría parecer que están haciendo política de altura, pero la batalla por las urnas es siempre igual. No sé por quién votar (miento, lo sé y, como miento, no iré al blanco paraíso 😉 ). Suerte y abrazos, Ezequiel.
Y me ha gustado mucho, que lo sepas. Abrazos.