31. COMO DE LA FAMILIA (Belén Sáenz)
La primera vez es la mañana de un seis de enero. Junto a mi zapato no está la muñeca deseada, pero hay un cuento. La portada muestra un dibujo —apenas unos trazos— de dos niñas que van de la mano. Parecen hermanas. La mayor llora, como de hambre vieja. La más pequeña tiene la cara vuelta hacia atrás; de hecho, jamás he llegado a vérsela bien. Desde entonces habitan conmigo, pendiendo de mi corazón con sus manecitas, como una plomada. Siempre he imaginado mi interior, los órganos y las membranas que los sostienen, de un cristal frágil y transparente, y he sabido que podrían quebrarse al mínimo golpe de tristeza o nostalgia. Por eso esquivo su reflejo en el agua sucia de fregar, en el destello azul que los televisores arrojan en las ventanas. Quiero creer que puedo esconderme de ellas entre las multitudes de las plazas. Pero entonces abres un paraguas en julio, o no sabes hacer llegar a la gente tus señales de auxilio, y regresan. Hoy las he visto desde la camilla, justo antes de entrar en quirófano. Se han quedado en el pasillo, tras las puertas batientes. Y no sé si debo alegrarme o preocuparme.
Magistral. Me has hecho pasar de la tristeza al horror
Muchísimas gracias, Paloma. Me alegra mucho tu visita y que te haya gustado. Abrazos.
Tremenda la imagen de esas dos nenas fantasmas apareciéndosele en todos lados. Y sublime y logradísima la imagen de los órganos de cristal como símbolo de debilidad y tristeza.
Me encantó, BELEN.
Cariños,
Mariángeles
Gracias por venir a leerme desde tan lejos, Mariángeles. Me alegra mucho de que te haya gustado. Muchos besos para ti y suerte.
A mí me pasa como a la protagonista: me da miedo quebrar este relato de cristal de Bohemia, o simplemente empañarlo, con mis palabras vulgares.
Hola, Edita: Sé que eres una personita delicada y que no romperías nada. Al contrario, mis órganos tintinean de alegría por tu visita y comentario. Un beso grande.
Un relato que aúna con brillantez la delicadeza con el desasosiego. No quiero ni imaginar lo que hubieras escrito si en lugar de un libro le hubieran traído una muñeca, jajaja!. Me encanta.
Gracias, pues me acabas de dar una idea para otro relato, jajaja. Muy contenta de que te haya gustado. Besos enormes y suerte para ti.
Qué placer se siente cuando uno se topa con un relato escrito con tanto gusto y dulzura. Da igual el tema que trates, tienes una forma de narrar tan mágica que mis ojos se van deslizando sobre el terciopelo de frases que vas tejiendo. Tienes mucha sensibilidad dentro, de ahí que escribas así.
Es inquietante la imagen de esas niñas que siempre acompañan a tu protagonista, que vemos, igual que esas entrañas de cristal frágil (pero qué bonito lo cuentas), y esa entrada en el quirófano sin esas niñas de las que escapa la protagonista y ahora duda si no es mejor que las acompañe (un final antológico).
Belén, estás tocada con una varita, y tus lectores estamos encantados de que así sea.
No se puede escribir mejor.
Un besazo.
Jooo, qué comentario tan lindo, Pablo. Vale muchísimo más que el relato. Gracias, me ha emocionado mucho y me ha alegrado que su lectura te haya provocado tantas sensaciones y que te haya gustado. Muchísimos besos para ti y suerte.
Hay imágenes que, por un motivo u otro, o sin una explicación lógica, nos acompañan siempre y van asociadas a algún sentimiento. Para otras personas pueden no significar nada, pero algunas como tu protagonista forman parte de su ser y, como son de la familia, o casi, antes o después afloran.
La vida está compuesta de momentos y los hay para todos los gustos. Esas niñas tristes de cuento, evocadas con la nostalgia de la infancia, no son un buen augurio a las puertas del quirófano, o sí, el anuncio del final de un ciclo y quizá el comienzo de otro mejor. Nos quedamos con las ganas de ver si después hay otro y ellas siguen, o en él todo es algarabía. Queremos pensar que sí, aunque como coincidían en decir mi padre y mi suegro: «Nadie vuelve para contarlo». Por suerte, para contar como nadie, te tenemos a ti.
Un relato lleno de ternura, de frágil belleza, con unas descripciones muy bellas en las que deleitarse.
Un abrazo y suerte, Belén
Gracias siempre por tus maravillosos comentarios, Ángel. Si hubiera algún motivo bueno para seguir escribiendo, leerte y saber que te ha llegado lo que he querido expresar sería lo más gratificante. Abrazos y mucha suerte para ti.
Parece que las palabras corren solas por la pantalla de lo bien escritas que están. Qué maravilla. Y qué desasosiego ese final amenazante.
Un abrazo.
Muchas gracias, compi. Siempre me lees con «buenos ojos», me alegro de que te haya gustado. Muchos besos para ti y suerte.
Miedito me ha dado leerte, si es lo que pretendías, conmigo lo has conseguido.
Muy bueno, preciosa.
Un besote grande.
Joooo, Rosy. No, no quería darte miedo, pero me alegra mucho tu visita. Un besote enorme para ti también.
Parece que estoy viendo a esas niñas. Está muy bien lograda la imagen con ese «hambre vieja». Lo que se intuye es peor que lo que se ve. Un abrazo Belén.
Si esa muñeca deseada puede personalizar la ilusión infantil, esas dos niñas bien podrían llamarse Tristeza y Nostalgia. Seguramente en ese cuento también aparezcan otros personajes como Soledad, Miseria, Fragilidad…, y lo peor de todo es que desde entonces serán la principal compañía del personaje. Duro relato, Belén, pese a la belleza y la ternura que hay en cada frase. Mucha suerte con él. Un abrazo.
Un relato inquietante que deja mucho trabajo al lector.
Magistral tu modo de narrar.
Enhorabuena.