75. Complicidades
Cuando bajaba, él le asestó una fuerte cachetada; ella se tambaleó, en su infelicidad. Recuperó el equilibrio y con buen ritmo concluyó el descenso.
Entró en el comedor con la mejor de sus máscaras.
Los invitados alabaron la comida y las finas atenciones de la anfitriona. En el salón de baile, él le pasó el brazo por la cintura y le susurró al oído: «¡Cuánto te quiero!». Ella, le clavó el acero de su mirada. Él cayó al suelo fulminado, con tal estruendo que temblaron los cimientos de la casa.
Ella se quitó la máscara.
Los convidados, con eufórica complicidad, se despidieron de la justiciera señora, besando su inflamada mejilla.
Mientras, en el jardín, alegremente silbaban los grillos.
Si con esas miradas se fulminaran los maltratadores seria todo un éxito social.
Andrea, puede que no se eliminen, pero se pueden alejar.
Besos
María, has descrito muy bien su dura rutina. Suerte y saludos
Gracias, Calamanda y también por tu columna de información.
Abrazos fuertes.
Ana, siempre tan atenta con los participantes. Yo diría que por lo escribes y por los comentarios eres una de las personas claves en este blog.
Muchos besos.
Saludos amigo Juan, hoy con tiempo me pasaré a comentar tu relato.
Un beso.
Muy buen relato. Esa mirada de acero que tumba al fuerte, qué bien si fuera así de simple!
Un abrazo María.
Blanca, por algo simple empiezan los grandes logros.
Abrazos.
Quiero pensar que hasta los grillos celebraron el triunfo de la justicia. De ilusión también se vive. Me ha gustado el mensaje esperanzador de tu relato. Suerte y saludos
Así es señorita Juana, hasta los grillos cantaron con alegría. A ese bandido no le quedarán ganas de volver.
Querida María,
Me parece estupendo que lo fulmine con el acero de su mirada.
Pero,los convidados ya podían haber hecho algo antes de permitir que le inflamara la mejilla.
La gente sólo se pone del lado del débil cuando éste reacciona contra la injusticia.
Mientras tanto, se ponen la careta con el letrero «ojos que no ven…»
Un abrazo.
Efectivamente Virtudes, como los convidados de piedra, y si están enmascarados peor.
Abrazos.
Hay miradas que matan….ya podía haberle mirado antes, ya. Suerte, María.
A veces, Eva esas decisiones vitales se toman demasiado tarde.
Saludos.
Positivismo y fuerza, bien por tu prota. Buen relato. Un beso
Gracias por tus comentarios Concha.
Felicidades
María, es un primer paso de tu protagonista que espero sea definitivo. ¡Ojalá todas las mujeres en su misma situación se atreviesen a darlo! Me ha gustado. Abrazos.
Tienes toda la razón. Entre más mujeres lo hagan, mucho mejor.
Felicidades.
Hola María, nunca es tarde para empezar de nuevo. Valiente decisión. Ójala no hubiera motivos para tener que tomarla.
Suerte y saludos
Toda la razón tienes, María Elena, pero que los hay los hay.
Felicidades
Hola, María.
Digo como tod@s: ¡ojalá las miradas fueran capaces de fulminar así!
Un relato escalofriante por lo real y demasiado frecuente… ¡qué pena!
Besos, guapa.
Gracias, rubia. Muy duro y real. Esperamos que entre más se machaque el tema menos bandidos haya.
Besos
María, me parece muy inteligente el giro que le has dado al tema de este mes. Y me gusta que para clavarle esa mirada de acero, primero ella se tenga que desprender de la máscara. Me parece un detalle significativo, no más fingimientos. Ojalá nos quitásemos todos las máscaras y las vendas de los ojos en temas tan graves.
Suerte y saludos
Ana, la máscara que parecía inamovible, por fin se eliminó, y así ella se liberó y salió victoriosa.
Abrazos.
Las mujeres en la misma situación que tu protagonista también deberían quitarse la máscara, y todos nosotros nunca comportarnos como convidados de piedra.
Suerte y saludos.
Así debería de ser. Muchas veces ni las protagonistas ni los convidados dan el paso, y siguen fatalmente enmascarados.
Abrazos
Ayer otra mujer murió a manos de su pareja. María ojalá que con las miradas se pudiera frenar esta lacra, sino a la cárcel.
Un beso
Eso mismo, ni una más, por favor.
Abrzos
Coincidimos, María, en lo de tarde… pero también, como me decías tú a mí, más vale tarde, como tu protagonista.
Muy bien traído y tratado el tema del maltatrato, las apariencias (de ellos y del ámbito cercano)… en definitiva, las máscaras de unos y de otros.
Requiere una lectura más profunda…
Me ha gustado mucho, María!
Enhorabuena y suerte!!!
Un abrazo
Me anima saber que mi relato llega. Esas máscaras de tantos en cuanto al tema del maltrato son espeluznantes.
Besos.
Siempre es bueno desenmascarar a los maltratadores, e incluso mirarse al espejo y pensar en tus propios actos. Me ha gustado la mirada de acero. Suerte.
Ya es hora de desenmascarar a todos. Que no quede ni uno camuflado.
Abrazos.