35. “Congelarse o sentir”
Si hay algo seguro que voy a añorar son las cosquillas que me hacías en los pies. Echaré de menos tus dedos moviéndose cómo angulas entre los míos. Siempre fueron nuestras extremidades una continuación, un nexo o una vía de entrada hacia el otro. Al menos eso creía antes de verte arañar las escamas de aquella sirena varada en la playa.
Empujarte por el acantilado fue algo compasivo por mi parte para darte la oportunidad de ir a buscarla; mi lado oscuro te hubiera arrancado la piel a tiras. Pero ahora que te veo hundirte, aunque en parte me siento mutilada, me gusta la sensación que dejan las ondas que formó tu cuerpo al caer.
El agua está más fría que tus manos, es cierto, pero estoy segura que de un momento a otro dejaré de sentir los dedos. Al corazón le llevará más tiempo congelarse.