70. Cosa de chavales
Allí quise estar, confundido entre los familiares y amigos que acudían al sepelio, mostrando en todo momento la expresión de pesar que la situación requería. Una ráfaga de viento agitó los cipreses mientras el ataúd bajaba lentamente hasta el fondo de la fosa. Luego, el espeluznante sonido de las primeras paladas al caer sobre el féretro y los sollozos de la viuda, agarrada al brazo de su hijo mayor. Acabado el acto, abandoné discretamente el lugar como uno más del cortejo. Arturito Ortega Martín, muerto al salirse con su coche de la carretera, se pudre ya en el pueblo que lo vio nacer. Que lo haga en un cementerio pequeño, sin vigilancia nocturna, supone para mí una ventaja. Cuando la lápida sea colocada, no será difícil saltar la tapia de madrugada para encontrarme por primera vez a solas con él. Y aprovechando que, a diferencia de los anteriores, ocupa una tumba y no un nicho, me la sacaré y mearé sobre su nombre antes de lanzarle el amargo escupitajo que les tengo prometido a todos los que a mis catorce años, -cosa de chavales, se dijo-, me enseñaron lo que duele estar solo y me hicieron abandonar el colegio.
La gente menuda tiene mucho que aprender. Lo que a ellos les parece un mundo, para los adultos es una nimiedad que acabará pasando. Pero también se trata de una etapa que marca para siempre, no exenta de ser un campo de cultivo para los traumas de por vida.
Tu protagonista no solo se ha ceñido al dicho: «Me sentaré para ver pasar el cadáver de mi enemigo», sino que ha esperado con paciencia el momento para ejecutar su venganza, simbólica quizá, pero seguro que siente que el mundo se ha equilibrado por fin un poco.
Un relato sobre un tema de actualidad, ahora le llamamos con un nombre en inglés, aunque ha existido siempre.
Un abrazo y suerte, Alberto
Un crudo relato de venganza por aquello que le marcó la vida. Narración que engancha y muy visual. Me gusta como caso todos tus relatos. Eres un artista del género. Un abrazo, Alberto y suerte.
Vamos Alberto siempre dando en el clavo y qué leches si la venganza lo libera se merece esa meada que hay cosas que no se olvidan. Suerte Alberto
Amigos, llego un poco rezagado para agradecer vuestros comentarios. Ando algo disperso y escribo poco. He apurado hasta el último día para publicar en esta convocatoria. Casi no llego. Un saludo amigos. Abrazos.