05. CRÉDITOS (Juan Manuel Pérez Torres)
Todo lo presencié cómodamente sentado en mi coche, detenido en el semáforo rojo. El parabrisas y las ventanillas eran como la pantalla envolvente de un improvisado cinerama. En primera fila lo vi todo.
Los colores comenzaron a cambiar. Los oscuros se agrisaban. Los más luminosos, tímidamente titilaban y se fueron apagando en intensidad hasta agotar sus brillos. Los ruidos de la calle se acallaban, poco a poco, cediendo el espacio a un estruendoso silencio. Los árboles se vaporizaron hacia el cielo desde sus secos alcorques. Algunos viandantes se elevaban ingrávidos hacia las nubes. Los otros eran absorbidos por los albañales. Paulatinamente, la calzada, los edificios, el mobiliario urbano, todo el paisaje, se iba convirtiendo en vaporosas gotitas que ascendían, como volutas de humo, a la par que se creaba una especie de fundido a negro en todo el campo visual.
Fue entonces cuando se revelaron, blancas, mayúsculas, aquellas tres letras, FIN, en el inmenso e incontestable cielo. Luego pude leer: Han intervenido, por orden de aparición, Adán, Eva, Caín, Abel…
Ya me pitan por detrás. El semáforo está en verde.
Vaya final, eso sí que es un apocalipsis en toda regla, sin necesidad de jinetes, simplemente todo desaparece, un final de película. Lo que nadie espera es que todo sea fruto de la imaginación de un conductor detenido ante un semáforo, un individuo, sin duda, con madera para ser escritor o guionista, o un microrrelatista capaz de crear en su cabeza una historia como ésta, que termina con alivio para el lector, a pesar de los pitidos de otros conductores nerviosos.
Un abrazo y suerte, Juan Manuel
Y menos mal que es imaginación, Ángel, si fuese real nadie podría haberlo contado. Y cada cual lo cuenta como lo imagina. Así son las cosas: la ficción, las ficciones, conforman el conocimiento de la realidad.
En realidad, fingimos que sabemos mientras aprendemos.
Un abrazo, maestro.
Juan Manuel, me gusta mucho, especialmente cómo has narrado la explosión, de verdad que parece que la estoy viendo ante mis ojos. Y qué decir del sorprendente giro final. ¡Muchas felicidades!
Gracias, Sara. Ciertamente, las imágenes aportan mucha información de forma instantánea, dicen que solo una, vale más que mil palabras. Por eso, he intentado un micro muy gráfico, usando también el cine. Esperemos durar algo más que una peli.
Te abrazo.
El relato te sumerge hábilmente en una escena surrealista, donde la observación desde el coche adquiere un tono cinematográfico.La transformación gradual del entorno, colores y onidos, crea una atmósfera etérea, la sensación de que too se desvanece. Tiene un toque toque poético con la reelación de una final que nos conecta con los nicios del mundo. El ciclo se ha errado, la película se acabó. Suerte JManuel.
Gracias, Manuel.
Por suerte, yo solo soy el guionista de la película, menos mal que no soy el actor.
Abrazo enorme.
Un micro muy visual, realmente sentimos que estamos dentro de ese coche presenciando el fin del mundo.
Por suerte, no es así.
Me quedo con las ganas de saber de donde procede ese derroche de imaginación del protagonista: quizás ha pasado por una situación traumática o está perdiendo la cabeza, o ha consumido alguna sustancia estupefaciente, en cuyo caso no debería conducir.
De cualquier manera me parece un buen indicio para algún relato más largo en el que se explore lo que ha ocurrido antes de llegar a ese momento.
Un abrazo y suerte.
*inicio
Gracias, Rosalía.
Dejo esas incógnitas para que el lector complete la historia, por delante y por detrás. Solo le faltan las palomitas y una botellita de agua fresca.
Un abrazo.
Un relato cinematográfico, con el que el lector imagina esa subida de las imágenes convertidas en «gotitas» y ese «scroll» que se me antoja infinito si empieza con Adán y Eva 😅
Muy visual.
Un abrazo.
Carme.
Porque, como cantaba Aute, toda la vida es cine…
Gracias por tu lectura y por tu abrazo M.Carme. Te abrazo yo también.
Derroche de imaginación, surrealismo y una sorpresa de cierre que nos saca del mundo fantástico en el que el narrador nos había metido para devolvernos con alivio a la realidad. Bravo, Juan Manuel, mucha suerte.
Gracias, Jesús
Es que siempre he querido participar en una superproducción, aunque sea como actor secundario.
Suerte con el tuyo. Abrazo.