74. CRUCE DE VIDAS (Javier Puchades)
La familia entera ha acudido a despedir a los abuelos. Todo son abrazos. Solo Juan, el mediano de sus hijos, murmura entre dientes: Ya era hora. María, la mayor, llora desconsoladamente. Sus nietos enarbolan una pancarta con un colorido: Os echaremos de menos.
Suben al vagón y ocupan sus asientos. Como equipaje tan solo portan un sobre, cada uno. En su interior, unas pegatinas con su nombre y la dirección de uno de sus hijos.
Durante el viaje no dejan de abrazarse. Ella, con la mirada perdida a través de la ventanilla, va dejando fragmentos de su vida agazapados tras los árboles que pasan. Él se atormenta con una pesadilla recurrente: todas aquellas cosas que podría haber hecho y que no pudo o no quiso hacer.
El convoy se detiene al llegar a un cruce de vías. El revisor avisa que falta poco, que se preparen para apearse. Instintivamente, como un resorte, todos los ancianos se abrazan con mayor intensidad.
Antes de proseguir la marcha el tren hacía su destino final, deja pasar a una locomotora que arrastra un único vagón, cargado con cientos de urnas etiquetadas con pegatinas como las que ellos llevan en sus manos.
Javier, un triste final que me descoloca y que no esperaba para nada. Impresionante tu relato. Me ha gustado mucho, no dices nada y lo dices todo, brutal!! Suerte.
Besicos muchos.
Nani, muchísimas gracias por tu comentario.
Un saludo.
Un cruce de vidas en un camino a la muerte. Terrible esta sociedad que condena a sus mayores a un final programado por decreto, en la creencia falsa e inhumana de que ya no son útiles. El llanto de la familia (aunque no de todos) y ese misterioso sobre alimentan la intriga, pero no hacen sospechar el final que todos los personajes conocen, no así el lector, que no lo imagina, hasta que le sacude con un golpe seco.
Un relato que comienza con un drama que se deja entrever, para terminar en una historia de auténtico terror muy bien llevada.
Un abrazo, Javier. Suerte
Ángel, muchas gracias `por tu comentario.
Mi relato es una especie de «Mundo feliz» como la novela de Aldous Huxley, en donde todo está programo, incluso la muerte.
Un abrazo, Ángel.
Javier, tu relato comienza como una despedida de la familia a dos ancianos que inician un viaje en tren. Poco a poco, nos arrastras con ellos hacia su destino, pero lo que nunca podemos imaginar es lo que ocurre en ese cruce de vidas.
Terrible desenlace para un relato muy bien contado y con un final sorprendente.
¡Enhorabuena y te deseo mucha suerte!
Besos muy muy apretados.
Pilar, muchas gracias por tu comentario. Como ya he dicho, mi relato es una especie de «Mundo feliz», donde todo está programado, incluso el momento en que las personas deben morir. Ojalá nunca lleguemos a eso.
Muchos besos.